Comunidad Ornítica

Aves Acuáticas

Otros grupos faunísticos

VEGETACIÓN

   

 

 

En consonancia con las características climáticas y edafológicas reseñadas, la flora y vegetación de las llanuras y pseudoestepas muestran una serie de características fisiológicas y unos ciclos de actividad característicos aunque en cierta medida con las principales estrategias adaptativas de los vegetales mediterráneos.

El que las llanuras no sean auténticas estepas hace que éstas no comportan alguno de los elementos florísticos presentes así como la no existencia de una endemicidad propia de zonas de estepa.

Estructuralmente las formaciones vegetales de estas zonas se caracterizan por la ausencia o rareza de los elementos arbóreos y el papel preponderante de los caméfitos y hemicriptofitos, es decir, las pequeñas matas leñosas o plantas cespitosas, más o menos rastreras.

Los llanos presentan paisajes abiertos en los que la vegetación no alcanza normalmente gran densidad, presentándose a veces situaciones que recuerdan en cierta medida la transición hacia los tipos de vegetación desérticos. Las especies vegetales se presentan bajo dos formas de distribución principalmente: esparcidos con objeto de disponer una mayor superficie o concentrados formando contagios en relación con enclaves microecológicamente favorables.

En las zonas de llanura encontramos algunos árboles acompañados con algunos Quercus esclerófilos como la coscoja (Q. coccífera), tarays (Tamarix) o algunos ejemplares introducidos como coníferas o especies ornamentales.

La homogeneidad y monotonía paisajística de los llanos enmascara a veces un complejo mosaico de comunidades vegetales que responde a pequeñas variaciones geomorfológicas o edáficas. Así es posible distinguir claramente de las zonas herbáceas con dominancia de gramíneas cespitosas y las zonas de caméfitos leñosos (“tomillares”). El primer tipo ocupa principalmente las zonas de acumulación de materiales finos, los depósitos limosos que rellenan fondos de valles y depresiones. También los sustratos arcillosos muy plásticos, que cambian notablemente de volumen con la humedad, son tolerados por las gramíneas cespitosas gracias a su sistema radicular fasciculado.

Los matorrales leñosos constituyen comunidades sobre todo en los sustratos rocosos. Sus raíces penetrantes logran profundizar, aprovechando grietas y fracturas, hasta los niveles que retienen humedad. Por ello aparece en aquellas zonas descarnadas donde aflora la roca madre, en situaciones subrupícolas, etc.

Otra característica de la vegetación de los llanos en relación con la diversidad es el relacionado con la estructura en mosaico imbricado en que se presentan las comunidades y las modificaciones paisajísticas que derivan de la fenología de las plantas. En este aspecto son especialmente notables las comunidades de terófitos. En la estación lluviosa pueden aparecer densas praderas de plantas anuales, efímeras, un período de sequía dilatado dificulta la germinación de muchas especies y provocar un aspecto desértico.

La vegetación de las llanuras se puede considerar resultado de un clima semiárido continental y una influencia humana que ha impedido el desarrollo de los encinares o que ha resultado de su eliminación. Las comunidades existentes se distribuyen en mosaicos adaptadas a la geomorfología del terreno, apareciendo así en las partes superiores de los cerros romerales y coscojas que dan paso a tomillares, matorrales nitrófilos, pastizales terofíticos y grandes cardos en suelos removidos, con lo que se llega al fondo del relieve.

Desde el punto de vista fitosociológico, la vegetación de los Llanos se enclava en los dominios de la Serie de la encina Luso-extremadurense (Pyro bourgaeanae‑Querceto rotundifoliae S.) , entrando en contacto con la serie del alcornoque (Sanguisorbo agrimonioidis-Querceto suberis S.) en las sierras de Cáceres capital, y las estribaciones de la cara norte de la Sierra de San Pedro, no considerándose esta serie como representativa de los Llanos.

Siguiendo la cartografía del estudio sobre «Distribución y Catalogación de los Espacios Naturales Vegetales en Extremadura», de LADERO, M. y PÉREZ‑CHISCANO, J.L. (1991), se distinguen las siguientes series:

Serie de encinares:

Serie mesomediterránea luso‑extremadurense silicícola de la encina. (Pyro bourgaeanae‑Querceto rotundifoliae S.)

La etapa madura corresponde a un encinar con piruétano (Pyrus bourgeana). Estas terminaciones ocupan la mayor extensión de la provincia Luso‑Extremadurense presentan­do gran variabilidad, por lo que se hace necesario la división de la serie en faciaciones.

En los Llanos de Cáceres encontramos tres de estas faciaciones que se describen a continuación:

  1. Faciación típica: Se corresponde con un encinar que normalmente está acompañado por piruétanos (Pyrus bourgeana), retama (Retama sphaerocarpa), ahulaga (Genista hirsuta) y jara pringosa (Cistus ladanifer). Las etapas degradativas se corresponden con escobonales (Cytisus scoparius y Retama sphaerocarpa) y jarales‑ahulagales (Cistus ladanifer y Genista hirsuta). Son típicos también los majadales con Poa bulbosa y Trifolium subterraneum. Grandes extensiones de los Llanos pertenecen a esta faciación, destacando toda la zona de Sierra de Fuentes y a ambos lados de la carretera que lleva de Cáceres a Trujillo, así como partes de la carretera de Cáceres a Badajoz.

  1. Faciación termófila con Olea sylvestris: Como característica típica se destaca la presencia de acebuche (Olea europaea Var. sylvestris) que llega a sustituir a la encina formando acebuchales. Entra en contacto con la anterior en el entorno del río Almonte. Faciación termófila con Olea sylvestris: Como característica típica se destaca la presencia de acebuche (Olea europaea Var. sylvestris) que llega a sustituir a la encina formando acebuchales. Entra en contacto con la anterior en el entorno del río Almonte.

  1. Faciación granitícola con Quercus suber. Encinares desarrollados en afloramientos graníticos, con presencia de alcornoque. Esta formación ocupa todos los berrocales de la zona de los Llanos de Cáceres. Hoy se presentan con el aspecto de escobonales blancos quedando sólo viejos alcornoques y alguna encina. La formación más representativa son los escobonales blancos de Cytisus multiflorus y Retama sphaerocarpa que se expanden por todas las zonas que han sido alteradas en la búsqueda de nuevos pastos. Como elementos destacados de la serie cabe citar la presencia de Adenocarpus complicatus subsp. comutatus, de Anogramma leptophylla, Parietaria lusitanica y Scrophularia schousboei.


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