INFANCIA Y ADOLESCENCIA
El día 27 de mayo de 1972, a los 82 años de edad, falleció en la ciudad de
Cáceres doña Angela Capdevielle Borrella. Había nacido en la localidad de
Casar de Cáceres, población inmediata a la capital cacereña, donde su
madre, doña Victoria Borrella, ejercía la docencia como Maestra Nacional.
Su padre, Monsieur Francois Capdevielle, natural de la villa de Olorón,
perteneciente al departamento francés de los Bajos Pirineos, era artista
de la fotografía, muy bohemio y había recorrido bastante mundo, entregado
a su cometido. Desde el país de la saudade -Oporto y Lisboa- se dirigió a
Cáceres. Angela vió la luz primera el día 5 de mayo de 1890.
Doña Angela Capdevielle era para los cacereños familiarmente Doña
Angelita. Porque la eminente profesora de música, pianista e incansable
investigadora del folklore cacereño, era una verdadera institución y a
todos hacía el regalo de su espontánea y sincera sonrisa. Era muy querida
en la ciudad de Cáceres. Con cualquiera se detenía, aunque fuese en la
calle, para cambiar impresiones con su característica sencillez.
La ciudad de Cáceres,
reconquistada en 1229, albergó entre sus muros, a raiz de la
reconquista, a todos sus vecinos, labradores y ganaderos por lo general.
A fines del siglo XIII la fama de las ricas hembras cacereñas atrajo a
la nobleza de Castilla y León, que envió a su hijos a emparentar con los
acomodados labradores y ganaderos de la Villa. Y entonces comienza a
construirse, dentro del recinto murado, los palacios en que durante
siglos viviría la nobleza cacereña. El pueblo salió a vivir extramuros,
formando barrios y calles que se denominaron con el apelativo de los
gremios (carniceros, herradores, zapaterías, etc..). Al comienzo de la
siguiente centuria se forma la calle de Caleros, formada y habitada por
los artesanos de una de las industrias que más dinero ha proporcinado a
la Villa. Adosada a la muralla por su parte oriental entre las puertas
del Río (Arco del Cristo) y del Coria (Arco del Socorro).
Esta calle típica de
Cáceres nombrada en canciones y romances, compartía simpáticas
rivalidades con la de Camino Llano, llamada así desde su aparición en la
historia local en el siglo XV por ser en su tiempo la única calle
horizontal que tenía la villa asentada en un escarpado cerro. Los
vecinos de ambas calles, Caleros y Camino Llano, gentes de rompe y rasga
aquéllos, gentes más morigeradas éstos, son los protagonistas, junto con
los señores de levita y mozas del pueblo llano de la más popular canción
cacereña: ¡Redoble, redoble! conocidísima en Hispanoamérica y adoptada
por el vulgo como himno oficioso de los Festivales folklóricos
Hispano-Americanos que a partir del 1957 se celebraron en Cáceres.
Curiosamente esta canción figuró en discos grabados en los años sesenta,
con título y letra cambiados, como ¡muestra genuina del folklore balear!
-
Redoble, redoble, vuelve a redoblar
-
con ese redoble me vas a matar,
-
me vas a matar, me voy a morir
-
con ese redoble, vuelvo a repetir
Redoble...
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Redoble...
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Redoble...
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Redoble...
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el Redoble
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