1. Maestros de Capilla
1.1. Siglo XVI:
Fernando Díaz (1524-1538), el
primer maestro documentado que organizó la capilla polifónica.
Responsable de la vida musical en la Catedral, su misión al igual que la
de sus sucesores queda fijada en el siguiente acuerdo capitular de 21 de
julio de 1529:
“le señalaron de
salario por un año treinta y cinco mil maravedis los quales le sean
pagados por sus terçios y que sea obligado a venir a maytines y cantar a
ellos quando viniere el Cabildo y cantar todas las fiestas ansy las
bisperas como a las mismas y enseñar canto de organo a los moços de coro
e clerizones e capellanes de la dicha yglesia e dar cada dia dos
liçiones y cantar en la dicha yglesia y que si algund benefiçiado
quisiere, cantar canto de organo, que sea obligado a lo enseñar y que
sea obligado a enseñar a los benefiçiados que quisyeren/ aprender y
capellanes y moços de coro que tengan abilidad para ello canto llano e
canto de organo y contrapunto y conponer...”
Luis de Quiñones (1538-1545 y
1561-1585) durante sus dos mandatos mantuvo estrechas relaciones con los
músicos de la Corte Ducal de Vilaviçosa (Portugal) y amplió la plantilla
de cantores hasta quince sin contar los niños de coro; Juan Vázquez,
natural de Badajoz, uno de los genios de la polifonía española, que
sirvió como cantor y sochantre en la catedral de su ciudad (1530-1538) y
más tarde como maestro de capilla (1545-1550), radicándose
definitivamente en Sevilla al servicio de la nobleza! andaluza, muriendo
en torno a 1572 siendo director de la capilla ducal de los Medinasidonia.;
Bruxeil (1550-51), flamenco, que se mantuvo en el cargo tan solo un
año; Juan de Cepos, valenciano, que, nombrado por el Cabildo (7.VIII.1551)
no llegó a posesionarse del cargo; Antonio Ortiz vallisoletano,
permaneció apenas unos días en Badajoz; Téllez (1553-1556); Fortunio
Ibáñez (1556-1559) bajo cuyo mandato se acrecentó el número de los
cantores, sucediéndole en el bienio 1559-61 el talaverano Andrés López
en calidad de interino hasta el retorno de Luis de Quiñones que en su
segundo magisterio dirigió el facistol pacense desde 1561 hasta su
muerte en 1585, volviendo Andrés López a cubrir la vacante
interinamente; Cristóbal de Medrano (1586- 1597), oriundo de
Sevilla, viene a Badajoz desde la ciudad de Llerena, donde trabajó al
servicio del ayuntamiento y de la parroquia de Nuestra Señora de la
Granada; Esteban de Brito (1596-1613), portugués, natural de
Serpa, figura destacada de la escuela contrapuntística evorense,
compositor de abundante polifonía litúrgica y de villancicos, introduce
en Badajoz la técnica policoral y la música de arpa, siendo el pionero
de la nueva estética prebarroca (manierista), que más tarde seguiría
cultivando en la Catedral de Málaga hasta su muerte en 1641
Si exceptuamos a Juan Vázquez, del
que poseemos una importante colección de obras impresas tanto litúrgicas
(Agenda Defunctorum Sevilla, 1556) como profanas ( y Canciones y
Villancicos, Osuna, 1557, y Sonetos y Villancicos, Sevilla 1560) y al
portugués Esteban de Brito, autor prolífico de obras litúrgicas y
villancicos (aquélla conservada en la Catedral de Málaga y recientemente
publicada en la colección Por tugaliae Música de la Fundación Calouste
Gulbenkiari de Lisboa), de lo restantes maestros citados no conocemos
muestra alguna de su labor creativa, lo que nos impide valorar por ahora
su categoría personal y su particular aportación a la música hispana.
1.2. Siglo XVII
Ausente de Badajoz el maestro Brito, que
en 1613 pasó a dirigir la capilla musical de la Catedral de Málaga y
tras un año de interinidad a cargo del cantor portugués Gil Fernández,
se posesiona de magisterio musical pacense Marco Antonio Periáñez
(1614-1622): introductor de la monodia acompañada y del bajo cifrado,
compositor de villancicos y de obras litúrgicas, de éstas se incluía un
libro de Lamentaciones en un inventario redactado en 1631. A su muerte
se sucedieron ante el facistol pacense cuatro maestros portugueses:
Manuel Rodríguez Galván (1621-1623), que, recomendado por Esteban de
Brito, se mantuvo, en el cargo poco más de un año; Juan Díaz (o Juan
de Ucid), clérigo vecino de Lisboa, sirvió tan solo unos meses,
desde febrero de 1624 hasta el 7 de agosto en que murió; Francisco
Pinto Piñero (l624-1626). paisano y competidor de Juan Díaz en las
últimas oposiciones; y Alonso Vaz de Acosta (1626-1641), oriundo
también de la capital portuguesa. Conocedor del arte de la tecla,
compositor de motetes y villancicos, que acompañaba al arpa su sobrino
Francisco López de Acosta, impulsó la vida musical badajocense con sus
composiciones originales,. indicadoras de los nuevos rumbos que seguía,
sino con un amplio repertorio de obras impresas que conocemos a través
del inventario que suscribiera en 1631. De Badajoz pasó Vaz de Acosta a
servir como maestro de capilla de la Catedral de Ávila. Vacante la plaza
desde septiembre de 1641 a agosto de 1648 (son los años dramáticos de la
guerra de secesión de Portugal, que tan graves quebrantos infringió a la
ciudad), el facistol de la Seo pacense estuvo regido por el capellán
Diego Suárez Crespo, ayudado por el organista Juan de Lerma y los
sochantres. En agosto de 1648 accede corno titular Manuel Carrasco
(1648-1652), clérigo de menores vecino de la villa de Peñaranda, a
quien, tras un año vacante cubierta interinamente por el organista
Miguel Temudo y el cantor Suárez Crespo, 5 en el cargo el trujillano
Miguel de Cañas (1653-1705): durante los años de su magisterio, uno
de los más dilatados de la historia musical de la Seo pacense, se ocupó
en la búsqueda de buenas voces entre los músicos de la región,
especialmente tiples (algunos de ellos castrados), tan cotizados en la
época, para formar una nutrida capilla musical que en 1682 contaba con
dos tiples, tres contraltos, cinco tenores y tres bajones, más el grupo
de mozos de coro, al que se unían dos organistas y otros instrumentos
como clavicordios y arpas y el grupo de viento, para los que escribió
villancicos y abundante música litúrgica, de la que tan sólo se ha
conservado un breve muestrario.
1.3. Siglo XVIII
Encabeza el trío de maestros que durante
todo el siglo y en mandatos de larga duración sirvieron en la Catedral,
Juan Muñoz (1706-1732). Natural de la ciudad, músico tenor y
ayudante del maestro Miguel de Cañas, desarrolló una gran actividad
creadora de música litúrgica “a capella” y otras composiciones con
acompañamiento de órgano y orquesta. Durante sus años de magisterio, el
coro pacense se enriqueció con nuevos instrumentos de cuerda y con la
adquisición de un órgano monumental barroco, al mismo tiempo que
conoció, en enero de 1729, la presencia de la Capilla Real dirigida por
el italiano Felipe Falconi, que solemnizó los esponsales de la princesa
María Bárbara de Braganza con el heredero de la corona española, el
futuro Fernando VI.
Sucesor de Muñoz fue el maestro Juan
Isidoro Carvallo (1723-1791) que a lo largo de sus sesenta años de
servicio ininterrumpido - el más, largo de toda la historia musical
pacense - dejó muestras de su quehacer artístico en numerosas obras
litúrgicas, en su mayoría con acompañamiento orquestal, y una buena
colección de villancicos (22 dedicado al Sacramento y 8 a la Navidad),
mostrándosenos como un continuador de la venerable tradición española
aún vigente en la segunda mitad del XVIII.
Completa esta tríada de maestros de
capilla de la Catedral de Badajoz don Francisco de Paula Trujillo
(1790-1837), en el que concluye la serie de maestros que durante más de
tres siglos dirigieron la vida musical pacense (los posteriores
simultanearían conjuntamente 1o cargos de maestro de capilla y
organista). Pese a los problemas que hubo de afrontar (la capilla
musical prácticamente desapareció tras la guerra de la Independencia),
trabajó con entusiasmo en la formación de cantores e instrumentistas,
especialmente de arco, contando con algunos intérpretes tan cualificados
como Carlos de Oudrid (cuyo apellido haría famoso su hijo Cristóbal) y
legó al archivo catedralicio un nutrido catálogo de obras religiosas,
preferentemente acompañadas de orquesta, en las que hace gala de un
conocimiento nada común de la técnica concertante al servicio de una
imaginación fecunda.
1.4. Siglos XIX y XX
Con don Francisco de Paula Trujillo
se extingue en la Catedral de Badajoz el cargo de maestro de capilla. La
Real Orden Circular de 16 de mayo de 1852 fijaba para cada Catedral
Sufragánea de beneficios musicales, que en Badajoz se adscribieron, a
juicio del Cabildo, a las plazas de Tenor, Contralto, Sochantre y
Salmista. El de Maestro de Capilla quedó adjunto al órgano, siendo su
primer recipiendario don Pedro Rodríguez Cortés, quien en 5 de
noviembre de 1875 se hacía cargo de la dirección de la capilla de
música, conservando además las obligaciones que tiene como tal
Beneficiado Organista”. Tras él se sucedieron los siguientes:
Francisco Coll y Badal (1882-1902), Felipe Rubio Piqueras
(1903-1918), Julián García Blanco (1918-1920), Rafael Jiménez
Rubio (1920-1946), Miguel Pascual Mellado (1946-1982) y
Apolonio Noriega Guzmán (1987...).
2. Organistas e
Instrumentistas.
2.1. Siglo XVI
Seis organistas pulsaron los órganos de la
Catedral badajocense/ a lo largo de todo el siglo XVI en etapas
continuadas más prolongadas que los maestros de capilla coetáneos.
Inicia la serie Juan Fernández
(1520-1531), el músico de tecla más antiguo documentado en Badajoz, Le
sucedió el bachiller Juan de Trejo (1531-1572), natural de
Talavera de la Reina, que accedió al cargo en competencia con el maestro
Solórzano (integrante de la Corte Literaria de don Juan de Zúñiga en
Zalamea de la Serena) coincidiendo en sus largos años de servicio con el
polifonista Juan Vázquez y el organero Damián Luis, que atendía
los órganos de la Catedral.
Tras la muerte de D. Juan de Trejo y en
calidad de interino ocupó el puesto Manuel Rodríguez Coelho
(1573-1577), nacido y educado e Elvas, ejemplo, uno más, de la presencia
portuguesa en la música española a través de Badajoz, que acogió a
ilustres artistas lusitanos; organista de las Seos de Elvas y Lisboa, en
1604 se integra en la capilla real portuguesa, publicando un libro
capital en la literatura del órgano hispano, Flores de Música (Lisboa,
1620), dedicado al Rey Felipe III.
Despedido Manuel Rodríguez, se posesionó
de los órganos pacenses Alonso de Maladros (1577-1591) “hombre
principal en el arte de la música y tecla”, sobrino del organista Juan
de Trejo y miembro de una familia de artistas (primos suyos eran el
también organista Ignacio de Trejo y el pintor Marcos de Trejo,
discípulo de Morales). Procedía de la Catedral de Coria y tanto allí
como en Badajoz gozó de la estima de los capitulares, a quienes asesoró
repetidas veces en los nombramientos de maestros, organistas y cantores.
Completa la nómina de organistas pacenses
en el XVI Francisco Díaz Barreto (1591-1598), de ascendencia
portuguesa, sucediéndole el! ciego Juan Guerrero, que, tras unos a.ños
de interinidad, atendería los órganos como titular hasta bien entrado el
XVII.
2.2. Siglo XVII
El catálogo completo de los organistas del
XVII en la Catedral ofrece los siguientes nombres: Juan Guerrero(1598-1634)
el ciego, natural de Badajoz, durante cuyo mandato los órganos
catedralicios fueron atendidos por el organero Juan Amador,
vecino de Brozas, y en el bienio 1624-1625 renovados por el maestro
romano Joseph Lombardo que introdujo en ellos el medio registro,
siendo Guerrero el primer organista pacense que utilizó este nuevo
recurso.
Juan de Alvelos (16347-1635),
portugués, pertenecía a una familia de músicos radicada en el Alentejo
en conexión con el ya citado Manuel Rodríguez Coelho y ejemplifica, una
vez más, los contactos del la música portuguesa e hispana a través de
Badajoz. Tras su ausencia se hizo cargo de los órganos eventualmente el
maestro de capilla Vaz de Acosta.
Juan de Lerma (1636-1646) procedía
de Madrid de donde vino con cartas de presentación de don Gabriel Ortiz
de Sotomayor, electo Obispo de Badajoz. Durante sus diez años de
servicio dio muestras de su vasta formación musical como intérprete del
órgano y arpa, así como de sus dotes de compositor de villancicos,
encargándose de la dirección de la capilla al vacar la plaza por
ausencia del titular Vaz de Acosta. En los inicios de 1646 pasa a la
Catedral de Plasencia, ocupando su vacante en calidad interino Domingo
Sánchez, que le había servido de “entonador”.
Manuel Galván (1646-1648), oriundo
de Sevilla, compositor de villancicos y salmos, retornó a la Catedral
hispalense, de donde no volvió, pese a los requerimientos del Cabildo,
produciéndose durante un trienio una nueva vacante, paliada por
Ignacio Domingos y Domingo Montero.
Miguel Temudo de Torres (1651-1648)
natural de Valencia de Alcántara, su familia procedía de Casteldavid
(Portugal). Formado junto a su padre, sacabuche en la parroquial de
Santa María de Cáceres (Barrios: Historia de la Música en Cáceres,
1980), sirvió como organista en esta iglesia accediendo después al
órgano de la Catedral de Badajoz donde sirvió, a contento de los
capitulares, hasta su muerte. En 1654 optó a una capellanía, probando su
limpieza de sangre como cristiano viejo y de clara estirpe (su abuelo
Antonio Cardoso de Matos fue caballero del hábito de Cristo). Intérprete
del arpa, compositor de obras litúrgicas y villancicos (se conserva tan
sólo lo un Lauda Sion bien fragmentado). En 1682 se le nombra de ayuda
un segundo organista con la obligación de “templar las trompetas”,
indicándose que los órganos pacenses contaban ya con un buen número de!
registros de lengua.
Alonso Casado (1685- 1716), segundo
organista de Temudo, ejerció su ministerio ejemplarmente, completando su
formación artística con los estudios universitarios. Dedicado a la
enseñanza del instrumento, contó entre sus discípulos a Diego de Hoces.,
al ciego Francisco Guerrero y al también invidente José Zorrilla, que le
sirvieron de ayudantes, sucediéndole este último en calidad de interino.
Junto a los órganos que ocupaban lugar
preferente en la liturgia la capilla musical badajocense incrementó sus
efectivos en el siglo XVII con un grupo estable de ministriles,
iniciándose con el magisterio de Esteban de Brito un progresivo aumento
de instrumentos, que incluirá flautas, cornetas, chirimías y sacabuches
para doblar la polifonía vocal o interpretar un repertorio propio. A
este respecto en 1624 el Cabildo adquiere un libro de música “que
Pedro de Porras ministril de Su Magestad embio a esta santa yglesia”
desde Madrid, obra muy difundida entre los instrumentistas del XVII.
Arpas y clavicordios son utilizados para acompañar obras concebidas
según los cánones de la monodia y del bajo cifrado, sin que apenas se
empleen en solitario. El clave se utiliza muy pronto en Badajoz,
concretamente en la Navidad 1621 y arpa y clave se asociarán para
acompañar los villancicos de La fiestas de Corpus del año siguiente.
Como era habitual en la época, pulsaron el arpa algunos organistas como
los citados Juan de Lerma y Miguel Temudo, o especialistas del
instrumento como Juan de Ibarra y Francisco López de Acosta, sobrino del
maestro Vaz de Acosta, compositor de obras para voz y arpa,
pertenecientes todos a la primera mitad del XVII y en el último tercio
del siglo Agustin de Valladares y Alonso Blázquez, manteniéndose vigente
hasta bien entrado el siglo XVIII.
2.3. Siglo XVIII
Nuevos instrumentos vienen a enriquecer,
en los comienzos del XVIII, a las agrupaciones ya existentes: la capilla
de ministriles acoge ahora la presencia del oboe, el fagot y las
trompas; el arpa sigue aún manteniendo su vigencia especialmente en la
interpretación de los villancicos tradicionales, aunque su habitual
acompañante, el clave, vaya perdiendo terreno en beneficio del
clavicémbalo, de voces más fuertes y adecuadas a la nueva estética
concertante. Pero serán los instrumentos de arco y la adquisición de
órganos provistos de abundante lengüetería exterior las principales
novedades acogidas en el coro pacense.
La cuerda penetra en Badajoz a través del
maestro Ignacio Viera vecino de la cercana ciudad de Elvas, quien en
octubre de 1714 se ajustaba con los capitulares pacenses para
“enseñar a violon y violín los sugetos de la Iglesia que el Cavildo
mandare”. Pero será la adquisición de un nuevo órgano barroco,
emplazado en al fondo de la sillería coral, determinante de los nuevos
rumbos de la estética del barroco pleno en la Catedral, enriquecida en
su presbiterio con un nuevo retablo de deslumbrantes y complicadas
tallas. En los teclados de este órgano y en los dos laterales pusieron
sus manos tan sólo dos maestros en todo el siglo y gran parte del XIX:
el burgalés Juan Esteban Abad y el sevillano José Velilla
mediando entre ambos una vacante de siete años cubierta accidentalmente
por el organista segundo Francisco Hernández Palomino
El licenciado don Juan Esteban Abad,
natural de Panticosa, organista segundo de las Descalzas Reales de
Madrid, vino a Badajoz recomendado por el maestro de la Capilla Real de
Madrid don José de Torre y aquí permaneció desde 1716 hasta su
muerte acaecida en 1777 cumpliendo sus oficios de organista primero y
asesorando al Cabildo en sobre la adquisición de nuevos instrumentos
como el órgano mayor, que en -1725-27 construyera el salmantino José
Martín Hernández, o un piano - existente en la villa de Zafra y que se
ofreció al Cabildo a través del Obispo Moreno Malaguilla. Con don José
Velilla (1785-1847) concluye la serie de organistas que ejercieron en
exclusiva su oficio en la Catedral de Badajoz (sus sucesores, como ya
dijimos, compatibilizaron el cargo con el de maestro de capilla). Su
presencia, en el coro supone la más dilatada permanencia de un organista
en la historia musical pacense, contando además con dos organistas
auxiliares, Hernández Palomino y Miguel Doblado lo que indica que
la capilla estuvo dotada durante varios años de tres intérpretes, uno de
ellos -Miguel Doblado -encargado a su vez de la del instrumento a
los jóvenes aprendices de la Catedral. Conocedor del arte de la
organería, compositor de música litúrgica (un inventario de 1901 le
asigna una colección del Responsorios de Navidad a voz y orquesta),
asistió a la desaparición de la capilla musical, si bien permaneció en
su puesto hasta su jubilación.
2.4. Siglos XIX y XX
Cuatro años después de la, jubilación del
organista Velilla se firmaba el Concordato entre la Santa Sede y el
Gobierno de Isabel II (1851), cuyas disposiciones sobre la dotación de
beneficios eclesiásticos, reglamentados por la Real Orden Circular de 16
de mayo de 1852, repercutirían en el posterior desarrollo de la música
en las Catedrales españolas. En la de Badajoz quedaron refundidos en un
solo beneficio presbiteral los oficios de Organistas y Maestro de
Capilla hasta ahora ejercidos por distintas personas, si bien tal
disposición llegó a tener efecto hasta 1875 con don Pedro Rodríguez
Cortés.
Los edictos de oposición al beneficio de
organista primero del la Catedral de Badajoz se publicaron el 9 de
septiembre de 1852, presentándose como único candidato el dominico
Pablo Balañac, quien permaneció en Badajoz hasta 1857, en que obtuvo
igual plaza en la Catedral de Almería.
Vacante la plaza y ante la renuncia de don
Francisco Martínez Lechón, vecino de Madrid, que había superado
los ejercicios y había sido propuesto por el Cabildo a Su Majestad, se
publicaron nuevos edictos el 14 de septiembre de 1857, acudiendo a
opositar un joven clérigo gaditano: José María Sbarbi, natural y vecino
de la ciudad de Cádiz (3.VII.1834), el joven Sbarbi permaneció en la
Catedral hasta septiembre de 1861 sin dejar apenas huella de su
excepcional preparación musical y humanística, tan sólo unas partituras,
copiadas de su mano, como el Miserere de Eslava y obras orquestales de -
Haydn y Pleyel.. Llamado como estaba a más altas empresas culturales, su
espíritu inquieto no se avino al ambiente provinciano pacense. Sevilla,
Toledo, y, sobre todo, Madrid, marcan las etapas de este clérigo
gaditano (compositor fecundo, musicólogo, historiador, destacado
paremiólogo, académico de número de la Real de San Fernando, ilustre
cervantista ), que en Badajoz consumió unos años de su juventud al
servicio de los órganos de la Catedral.
Reseñados quedaron los últimos maestros de
capilla organistas, que simultanearon ambos oficios y de los que ahora
añadimos unos breves datos biográficos:
Pedro Martínez Cortés: En 1875 se
hacía cargo de la capilla musical sin abandonar las obligaciones de su
oficio de organista. Murió en Marchena el 17 de octubre de 1881..
Francisco Coli y Badal: Beneficiado
organista de la Catedral de Solsona, oposita como único candidato el 23
de enero de 1882 mereciendo la aprobación unánime del tribunal.
Permaneció en el cargo hasta su muerte, en 1902.
Felipe Rubio Piqueras: Natural de
Valera de Arriba (Cuenca). Estudiante de Teología, contaba 21 años de
edad cuando opositó al órgano de la Catedral de Badajoz, el 21 de enero
de 1903, compitiendo con Ildefonso Pardos, maestro de capilla y
organista de Jaca, Rosen Virgilio Bermúdez Bernardo, organista segundo
de León, y Blas Ortuña Rubio, de Murcia. Se posesionó del beneficio el
18 de abril, ejerciendo su ministerio hasta 1918 en que fue promovido al
órgano de la Primada de Toledo. Durante sus años pacenses tuvo como
segundo organista don Rafael Lozano Alonso, presbítero, natural de
Villanueva de la Serena (Badajoz). Compositor y musicólogo, contribuyó
decididamente la renovación de la música sacra hispana a raiz del Motu
Proprio de San Pío X.
Julián García Blanco: Natural de
Burgos (27.1.1894), en cuya Catedral se formó como niño de coro, ganando
en 1917 la plaza de tenor. El 15 de diciembre de este mismo año consigue
igual beneficio de la Catedral de Badajoz, siendo nombrado el 10 de
abril de 1918, organista primero, al vacar la plaza por promoción de
Rubio Piqueras. En 1920 pasaba a ejercer el mismo ministerio en la
Metropolitana de Valladolid. Un año antes de su marcha de Badajoz
asesoró al Cabildo sobre los proyectos para la adquisición de un nuevo
órgano, presentado por Domingo Florenzano de Sevilla, José Roqués e
Hijos de Pamplona y Eleizgaray y Compañía de Azpeitia.
Rafael Jiménez Rubio : Natural de
Orellana la Vieja (Badajoz), accede al beneficio en octubre,
manteniéndose en él hasta su muerte en mayo de 1946. En 1924 informó al
Cabildo sobre la instalación de un órgano sinfónico, obra del alemán
Albert Mercklin, concluido en agosto de 1925 y aprobado por don Eduardo
Torres y don Norberto Almandoz organista y maestro de capilla,
respectivamente, de la Catedral de Sevilla.
Miguel Pascual Mellado : Natural de
Vezdemarban (Zamora). Organista de la Catedral de Almería, accede a los
órganos pacenses tras superar en 1947 las oposiciones con el P. Conrado
Bonilla, C.M.F., y don Fabián Blanco Tena, presbítero, de Fuente del
Maestre, jubilándose en 1987. Profesor en el Conservatorio de Música de
la Diputación de Badajoz, compositor, fundador y director del Orfeón
Provincial, al frente del cual ha desarrollado una gran actividad de
divulgación musical. Apolonio Noriega Guzmán Natural de Feria (Badajoz).
En 1947 oposita a la plaza de sochantre, siendo promovido en 1988 al
cargo de maestro de capilla-organista que ejerce en la actualidad.
3.—Fondos musicales
Los continuos expolios a que se vio
sometida la Catedral de Badajoz y muy concretamente el sufrido durante
la guerra de la Independencia a manos del ejército angloportugués,
dejaron su huella en los fondos musicales del Archivo. Desaparecieron en
su totalidad los papeles manuscritos de los siglos XVI y XVII, lo que
nos impide valorar la aportación de los maestros de capilla, organistas
y cantores que conformaron la vida musical badajocense, subsistiendo tan
solo algunos libros de facistol de canto llano y polifonía en una
proporción mínima, a juzgar por los inventarios de la época.
Los libros de facistol de canto llano
forman una colección de - una veintena de ejemplares correspondientes a
los siglos XV al XVIII, sobresaliendo cuatro cantorales miniados,
obsequio del Obispo don Juan Rodríguez de Fonseca y testimonio del
interés de este Prelado por la dignificación del canto litúrgico.
Fechados en 1499, su anónimo autor habrá que buscarlo entre algún
“scriptorium” sevillano entre los discípulos del “maestro de los
cipreses” documentados en la Catedral hispalense por los mismos años en
que Fonseca residía allí, y en conexión también con los autores de la
espléndida colección de la Catedral de Córdoba y los diez Antifonarios
del Convento de Clarisas de Belalcázar.
Muy reducido es el número de libros de
polifonía, impresos o manuscritos, si bien los inventarios recogen un
catálogo abundante de obras, adquiridas por el Cabildo o de algunos
prebendados, indicándonos que el facistol de la Catedral de Badajoz
estuvo muy bien surtido de composiciones de los más ilustres
polifonistas de los siglos XVI y XVII : Josquín des Pres, Palestrina,
Morales, Guerrero, Juan Vázquez (del que se conserva su celebrada Agenda
Defunctorum, impresa en Sevilla en 1556), Clemens non Papa, Esteban de
Brito, etc. notificándose asimismo la existencia de los madrigales de
Nanini y Luca Marenzio en “ytaliano”, muestra de que los
cantores pacenses sintonizaban con el espíritu del Renacimiento en su
vertiente profana y no solo sacra.
En el XVII se registran nuevas
adquisiciones: un libro de Misas y motetes de Alonso Lobo, maestro
de Sevilla (Amberes, 1621); del maestro lisboeta Duarte Lobo otro
libro de Misas (Lisboa, 1624); de Sebastián Martínez de Velasco
maestro de capilla de las Descalzas Reales de Madrid el “Libro de misas,
motetes, salmos, magnificats.. .“ (Madrid, 1628); de Francisco Garro
oriundo de Navarra y maestro de la. Capilla Real portuguesa, su “Libro
de Misas y Lecciones de difuntos”, adquirido en 1624; por último, de don
José de Torres su lebre “Missarurn liber ad usum Sanctarum
Ecclesiarum.. (Madrid, 17 dedicado a Felipe V. A estos fondos impresos
se añadían manuscritos de Esteban de Brito, Marco Antonio
Periáñez, Piñero, Juan Muñoz y Miguel de Cañas, maestros de capilla de
la Catedral, entre otros.
De esta espléndida colección solo
subsisten en el Archivo Capitular las siguientes obras: De Cristóbal
de Morales un libro de Magníficats, que incluye uno de 5º tono de
Capblanco; Tomás Luis de Victoria el Libro IIº de Misas (Roma,
1592), y un libro de Motetes, correspondiente a la edición de 1585
(Roma), que incluye dos motetes Francisco Guerrero a 6 v. (“o
Domine Iesu Christe” y “Beata Dei Genitrix”); de Juan Esquivel de
Barahona un libro de Motetes, y otro, mutilado Misas (Salamanca,
1608); de Alfonso Lobo un libro de Misas y Motetes (Madrid,
1602); de Duarte Lobo un Libro de Misas (una de Difuntos),
seguida de dos motetes (Amberes, 1621); de don José Torres el
citado Libro de Misas; y una antología de obras de Miguel Cañas y
Juan Muñoz, copiadas en 1730 por Isidro González Valiente, quien ese
mismo año copió también un “Liber Psalmorum et Hymnorum” — para las
principales fiestas litúrgicas más los cantos mariales Ave Maris Stella,
Salve y Regina coeli, todos a cuatro voces mixtas (C.A T. y B.).
Estos fondos musicales, los más venerables
del exhausto archivo badajocense, se completan con una abundante
colección de partituras, papeles e impresos, inventariados en 1901, de
los maestros de capilla Muñoz, Carvallo, Ignacio Vivas y Francisco de
Paula Trujillo y del organista José Velilla, servidores en la Catedral,
así como composición de Doyagüe, Ripa, Eslava, Aranguren, Enrique
Barrera... y alguna “Oberturas” de Haydn y Pleyel. |