ESTUDIO POR ÉPOCAS: TRANSICIÓN DEL RENACIMIENTO AL BARROCO

EXTRACTO DE LA COMUNICACIÓN PRESENTADA EN EL VI CONGRESO DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE MUSICOLOGÍA
Oviedo, 17-20 de noviembre de 2004

Francisco Rodilla León
Profesor de Música
UNIVERSIDAD DE EXTREMADURA


 

BIOGRAFÍA Y PRODUCCIÓN MUSICAL DE JUAN ESQUIVEL DE BARAHONA

La historia musical que conocemos de la catedral de Ciudad Rodrigo arranca en 1494 con la incorporación como maestro de capilla del franco-flamenco Giraldin Bucher. Este dato es importante si se quiere valorar la tradición musical que heredó Esquivel cuando ingresó como mozo de coro en esta misma catedral en 1568. La razón es que uno de los sucesores de Bucher, Diego Bujel, fue el que primero instruyó al futuro maestro en el arte de la música. Y es precisamente en este momento, entre 1560 y 1570, cuando la presencia de la música instrumental en el templo mirobrigense se hace más patente: hay en el cabildo un interés claro en adquirir nuevos instrumentos para sus cuatro ministriles y mejorar los ya existentes: los órganos. Los datos que proporcionamos acerca de las obligaciones de estos ministriles demuestran que su presencia era obligada en las mismas circunstancias que la capilla vocal, con lo que la catedral mirobrigense se sitúa al mismo nivel que otras grandes catedrales en cuanto al uso de la música instrumental dentro de los templos: Sevilla (1526), León (1544), Valencia (1560), Palencia (1567), etc.

El año de nacimiento de Esquivel fue 1560 y el lugar, Ciudad Rodrigo. De que era oriundo de esta ciudad estamos seguros, porque han sido numerosos los testimonios históricos que así lo han demostrado, desde la confirmación del dato realizada por él mismo a través de las portadas y dedicatorias de sus ediciones, hasta las frecuentes alusiones que he hallado en diversas fuentes: la “Historia Civitatense” de Sánchez Cabañas, actas capitulares de las catedrales de Oviedo, Calahorra, o Salamanca, entre otras. En lo que respecta a la fecha de nacimiento, se trata de un dato muy aproximado, porque no se conservan en la actualidad la totalidad de los libros de bautismo de las diversas iglesias que existían en aquel momento en Ciudad Rodrigo, ni siquiera figura su nombre en los que he podido examinar. En todo caso, consideramos que se trata de una fecha muy probable, porque si en 1568 ingresó como mozo de coro en la catedral, nos parece que ocho años es una edad más que apropiada para acceder a la capilla musical de la catedral.

Su estancia como mozo de coro en la catedral de su ciudad natal abarca los magisterios de capilla de importantes músicos: Diego Bujel (antes de 1568 y hasta 1570), Pedro Zuñeda (1571-1574), Juan Navarro (1574-1578) y Francisco de Velasco (1578-1580). En lo que respecta a Alonso de Tejeda (1581-1591) consideramos que ambos no llegaron a coincidir, porque si éste llegó a la catedral de Ciudad Rodrigo a finales de junio de 1581, Esquivel ya se encontraba desde el mes de mayo en la ciudad de Oviedo, con objeto de reclamar su plaza de maestro de capilla en la catedral de esta ciudad. No obstante, es más que probable que llegaran a tener un contacto directo más adelante, cuando el mirobrigense regresó Ciudad Rodrigo en 1583 con motivo de su ordenación sacerdotal.

El magisterio de Esquivel en la catedral de Oviedo arranca con un conflicto respecto a su nombramiento. Mientras otro maestro, Alonso Puro (que procedía de Zamora), había llegado a Oviedo en abril de 1581 para realizar la correspondiente oposición, un canónigo de la catedral ovetense había contratado directamente a Esquivel como maestro de capilla, siguiendo en principio las instrucciones dadas por el cabildo ovetense. Planteado el conflicto, se convoca una oposición para ambos en mayo de 1581 obteniendo la plaza de maestro de capilla Alonso Puro. Esquivel, apoyado por el canónigo Solís, entabla un pleito que dura cuatro meses, hasta noviembre del mismo año, cuando este maestro de capilla es despedido y nombrado el mirobrigense a instancias de un mandamiento del juez provisor de León. Comienza así el primer magisterio de capilla de Esquivel, donde se esmeró en realizar las correspondientes composiciones que le exigía su puesto: autos, villancicos, “sibilas”, y otras obras sacras, además de examinar e interpretar las obras de otros autores: Guerrero, Victoria, etc. También tuvo la oportunidad de contar con una capilla instrumental muy nutrida: once ministriles en total. A mediados de noviembre de 1585, después de haber abandonado la catedral de Oviedo sin la correspondiente licencia, Esquivel obtiene la plaza de maestro de capilla en la catedral de Calahorra, en competencia con otros tres maestros, los de Pamplona, Bilbao y Logroño. En la oposición el mirobrigense demostró, según era obligado, sus habilidades en la dirección coral y en la técnica de composición a la manera de Josquin. Este conocimiento de las prácticas musicales franco-flamencas mientras estuvo al frente de la capilla catedralicia calagurritana se confirma además con los siguientes hechos: la relación con los organeros franco-flamencos, la familia Lupe, y la presencia de varios libros de Josquin en el archivo de la catedral de Calahorra. Tampoco se descuidaron bajo su magisterio libros de otros autores: Morales, Palestrina, Victoria. Otro dato de gran interés de este magisterio es el viaje que Esquivel realizó en octubre de 1589 a Ávila en busca del organista Alonso Gómez, contratado un tiempo antes por la catedral calagurritana. En efecto, es bastante seguro que en este viaje tuviera su primer contacto personal con Sebastián de Vivanco, por aquel entonces maestro de capilla en la catedral abulense. Con respecto e los efectivos vocales con los que contaba en la catedral de Calahorra, debemos dejar constancia de la presencia de los “caponcillos”, incluso podemos recordar el nombre de algunos: Pedro Gil y Juan Bautista. Finalmente, hemos de mencionar el inventario de los instrumentos musicales existentes en la catedral de Calahorra que demuestra lo variado y rico de la capilla instrumental calagurritana: casi cincuenta instrumentos, tanto de viento –la mayoría- como algunos cuerda, cuatro vihuelas de arco, entre ellas, un contrabajo.

Los datos de que disponemos nos permiten afirmar que – en contra de los que la mayoría de investigadores opinan- Esquivel nunca fue maestro de capilla en la catedral de Ávila. Lo más que pudo suceder es que se le ofreciera el magisterio, pero el caso es que nunca llegó a ejercerlo. Así pues, la última y definitiva catedral en la que Esquivel ejerció de maestro de capilla es la de Ciudad Rodrigo –como sucesor de Alonso de Tejeda-, desde 1591, hasta su muerte, hacia 1526. De este largo período conocemos dos momentos en los que el maestro pudo haber abandonado la catedral de su ciudad natal para establecerse en otras de mayor rango: la catedral de Burgos, en el año 1600 y la de Salamanca, en 1602. En ambas ocasiones el hecho no llegó a consumarse. No obstante, su consideración como maestro de capilla y compositor fue grande, porque no sólo actuó como examinador y asesor para la catedral de Coria, sino que también fueron muy bien recibidas por los diversos cabildos las ediciones de 1608, tanto la de misas como la de motetes: Ávila, Burgos, Badajoz, Plasencia, El Burgo de Osma, Zamora, Coria y Oviedo. Sabemos, por otra parte, que en 1623 el maestro de Ciudad Rodrigo editó un último libro de música en el que se incluía música instrumental, “canciones para ministriles”, cuya existencia se desconocía hasta el momento. Importante dato para demostrar la presencia cada vez más importante de la música instrumental en nuestro país a medida que avanzaba el siglo XVII; también hemos aportado nueva información que tiene que ver con la muerte del maestro de Ciudad Rodrigo, de la que nada se sabía. Esta debió de acaecer a finales de 1626. El historiador cacereño Cabañas nos proporciona datos sobre su enterramiento, el altar de San Ildefonso, en la propia catedral. Este altar fue sustituido en la segunda mitad del siglo XVII por otro de trazas barrocas dedicado a la Virgen del Carmen. Por lo tanto, nos ha sido imposible determinar la ubicación exacta del nuevo enterramiento.
 

PRODUCCIÓN MUSICAL

De la producción musical de Esquivel podemos citar las siguientes obras: catorce misas (dos de ellas Pro defunctis), un oficio de difuntos, setenta y dos motetes, ocho salmos, un Nunc dimittis o Cántico de Simeón, treinta himnos, dieciséis versiones del Magnificat (en primeras y en segundas vísperas), cuatro antífonas de Beata Virgine y otras cinco obras de uso diverso. A este corpus habría que añadir las obras que no han llegado hasta nosotros, a juzgar por los datos de Cabañas: canciones para ministriles, fabordones, himnos y una nueva serie de motetes. Una importantísima producción, pues, que sitúa al mirobrigense a la altura de otros grandes maestros de su época y que se halla a la espera de ser transcrita y analizada.