LA BAJA EXTREMADURA

LA MÚSICA EN LA BAJA EXTREMADURA

Carmelo Solís Rodríguez (de su material inédito. Hacia 1990)
 

Los primeros datos sobre la historia de la música en la Baja Extremadura  aparte los testimonios iconográficos suministrados por la arqueología — no van más allá del siglo XVI. Poco sabemos de la monodia profana de anteriores centurias ni de la polifonía tardomedieval, si bien un tema extremeño inspire el célebre romance que narra los luctuosos hechos de don Álvaro de Luna: “Alburquerque, Alburquerque bien mereces ser honrada”. El eco de aquellos balbuceos se percibe en las polifonías cultas de la época de los Reyes Católicos y se adentra en los años del reinado de Carlos V a través de autores anónimos o de firmas tan autorizadas como la de Juan del Encina o la del maestro Juan Vázquez. Será pues, el siglo XVI el que nos ofrezca material suficiente para iniciar una historia documentada de la música en la actual provincia de Badajoz y dentro de este siglo la Catedral Pacense con una serie ininterrumpida de maestros de capilla, organistas, ministriles y cantores, hasta nuestros días.

Junto a este foco, la villa de Zafra, señorío de los Duques de Feria, con Iglesia Colegial desde el siglo XVII al XIX y capilla musical, protagoniza un suceso menor a la par que las ciudades de Mérida y Llerena, cabeceras de sus respectivos Provisoratos en la provincia santiaguista de San Marcos de León, o las importantes poblaciones de Jerez de los Caballeros, Fregenal, Alburquerque…, por las que pasaron algunos músicos de cierta entidad, que más tarde desembocarían en la Seo Pacense.

Predomina hasta el siglo XIX la música de signo religioso frente a la profana, si bien en este apartado hemos de consignar ya en el siqlo XVI la importancia de la obra de Juan Vázquez debiendo sospechar que esta misma alcanzaría amplio desarrollo en el. cenáculo literario de la Academia de don Juan de Zúñiga en Zalamea de la Serena, en el palacio de los Duques de Feria de Zafra y en otros círculos de la nobleza pacense afines a los nuevos aires renacentistas.

Se constata en el panorama musical de la Baja Extremadura una importante presencia de artistas venidos de otras regiones de la Península, sin que falten por otra parte los inevitables maestros flamencos (al igual que en las artes plásticas) , si bien la nómina más importante de músicos foráneos proceda del vecino reino portugués, cuya Corte de Vilaviçosa fue un fecundo vivero de instrumentistas que habrían de servir en la liturgia de la Catedral y de otras iglesias badajocenses. Pese a las continuas guerras fronterizas estas relaciones musicales hispano-lusitanas se mantuvieron vigorosas hasta finales del XVIII para agotarse rápidamente tras la guerra de la Independencia.

El expolio a que fue sometido el Archivo Musical Catedralicio e 1812 y las posteriores depredaciones provocadas por los decretos desamortizadores en Conventos y Monasterios imposibilitan el estudio de la producción musical operada durante más de tres siglos, si bien los escasos restos conservados en los anaqueles capitulares, los libros de facistol de canto llano conservados o alguna literatura musical para chirimías guardados en los Conventos de Clarisas de Llerena y Santa Ana de Badajoz nos rediman un poco este glorioso pasado. La organería, en cambio, ofrece en la Baja Extremadura no sólo una rica documentación desde finales del siglo XV, sino también un conjunto inusual de instrumentos vivos a través de los cuales puede delinearse en sus capítulos más exhaustivos la historia organística de la región, a la que concurrieron maestros procedentes de los más dispares lugares peninsulares y europeos, y desde la que se podrá dar cuenta de instrumentos - foráneos de singular importancia.

La postración a que llegara la música en el XIX conocerá en la segunda mitad de este siglo un tímido resurgir propiciado ahora no por el depauperado estamento eclesiástico, sino por las instituciones civiles que, con la creación de bandas de música y pequeñas orquestas se abren a las “novedades” de la zarzuela y de la ópera, ya en los Teatros convertidos en salas de conciertos, ya al aire libre en los festejos domingueros. Este clima de acercamiento entre el pueblo y la música se acrecentaría en los primeros años de nuestro siglo, cuando las bandas de música (pionera fue en el XIX la de Olivenza y Badajoz contaría, a más de la municipal, con otras dos militares de los Regimientos de Castilla y Gravelinas) intentan trasvasar con adaptaciones más o menos felices la música culta, y cuando algunas asociaciones (Ateneos, Círculos Recreativos, Orfeones, etc.) la cultiven entre sus afiliados o contraten artistas de fuera para solaz de un auditorio en el que, junto a círculos minoritarios, se descubre una amplia presencia de la clase media y otros estratos sociales. La Catedral en la segunda mitad del siglo XIX contará con un maestro singular, José María Sbarbi para ya en nuestro siglo y coincidiendo con la renovación de la música litúrgica estimulada por el Motu Propio de San Pío X, dirigir la capilla musical don Felipe Rubio Piqueras aunque la no muy dilatada estancia de tan buen compositor y organista apenas dejara huella en la vida artística de la ciudad. Por otra parte, figuras de cierta importancia, como Cristóbal Oudrid y Joaquin Valverde pronto abandonarían su ciudad de origen alcanzando en Madrid suficiente fama.

La enseñanza musical también pasa de los claustros catedralicios en estos años finales del XIX y principios del XX, a las Academias municipales y, con carácter más restringido, a las de los Regimientos Militares, desembocando después (de esto hace ya más de sesenta años) el Conservatorio de Música de la Diputación Provincial de Badajoz y recientemente en los Municipales de Mérida, Don Benito y Montijo y en numerosas Academias creadas en las principales localidades de la provincia. A la vez y acorde con los fervores regionalistas de la época, la música popular comenzaría a ser objeto de atención y estudio por algunos prestigiosos folkloristas, entre los que hay que nombrar particularmente a Bonifacio Gil que con su conocida obra Cancionero Popular de Extremadura (Badajoz, 1931, 1956) se granjeó la estima y reconocimiento de los especialistas en el tema.

El presente trabajo se estructura en dos capítulos: En el primero se ofrece la historia de la música en la Catedral de Badajoz, con una sucinta relación de maestros de capilla, organistas e instrumentistas, que sirvieron en ella desde el siglo XVI, añadiendo un breve inventario de los fondos musicales custodiados en su Archivo. El segundo capítulo está dedicado al órgano, por cuanto la Baja Extremadura no se lo cuenta con un muestrario importante del órgano barroco español, sino que sus autores se revelan en no pocos casos como figuras insignes en la más amplia historia de la música ibérica. Ampliamos nuestro trabajo a la ciudad de Llerena en el siglo XVI, como muestra de la actividad musical desarrollada en otros pueblos pacenses concluir con una somera relación de las actividades musicales que animan en la actualidad la vida artística bajoextremeña.


LA MUSICA EN LA PROVINCIA DE BADAJOZ.

  1.  Llerena.

Uno de los centros más destacados en el panorama de la música del XVI en la Baja Extremadura aparece en la ciudad de Llerena. Capital del Provisorato en la provincia santiaguista de San Marcos de León, el carácter preeminente de que estuvo dotada en la extensa geografía de la “Diócesis nullius” la rodeó de un ambiente cultural propiciado por numerosos talleres de artistas, que sirvieron a la ornamentación de iglesias y conventos comarcanos, así como por músicos e instrumentistas para solemnizar la liturgia de las parroquias y monasterios.

La iglesia de Santiago, fundación de don Alonso de Cárdenas, nos ofrece el primer testimonio de la existencia, ya en 1494, de unos órganos situados en una de las capillas aledañas al presbiterio, cerca de los túmulos del fundador y su esposa doña Leonor de Cárdenas. Más pujante fue la actividad musical en la iglesia mayor de La Granada, en la que convivían, junto a la clerecía parroquial, los capellanes servidores de la capilla de San Juan Bautista que su fundador, el bachiller Zapata, había puesto bajo la jurisdicción de los Obispos de Badajoz. En las constituciones redactadas por el que más tarde fuera albacea testamentario del rey don Fernando, se precisan minuciosamente la celebraciones litúrgicas, en las que la música jugaba un papel destacado. En el coro de esta capilla, bajo una hermosa bóveda de terceletes, se hallaban emplazados unos órganos (el actual data del XVIII) — para acompañar a la misa y la liturgia de las horas canónica. No sin razón la familia Zapata fue protectora de músicos y alguno de sus miembros cultivador del arte de la vihuela en sintonía con el ambiente humanístico del XVI.

La iglesia de la Granada contaba además con capilla musical propia integrada por el maestro organista, cantores y ministriles, acudiendo el ayuntamiento de la entonces villa a sufragar el salario del maestro con 30.000 maravedíes, mientras que el del organista solo ascendía a 8.000. En 1572 sirvieron los órganos Bartolomé Muñoz y Diego Chavero y años después Diego de Medina ocupando en 1583 el magisterio musical Cristóbal de Medrano ejerciéndolo hasta 1587 en que, como vimos, se trasladó a la Catedral de Badajoz, recomendado por el organista Alonso de Maladros. Al vacar su oficio, el ayuntamiento llerenense contrató los servicios del maestro Antonio Carrasco “vezino de Montemolín con ygual salario”, manteniéndose en el cargo hasta 1593. Poco sabemos de la categoría de estos maestros, sí que simultaneaban sus oficios litúrgicos con el servicio al municipio en los festejos organizados por la villa, estando además obligados a la enseñanza de la música a los vecinos de Llerena y su comarca, como era práctica habitual en las principales poblaciones del Reino.

En Llerena se constata, además, la existencia, a finales del XVI, de ministriles, cobrando especial interés, ya que en aquellos años no existía en la Catedral de Badajoz ningún grupo de instrumentistas permanente, por lo que era preciso acudir a los músicos portugueses de Vilaviçosa y de otros pueblos cercanos (en el XVII habrá agrupaciones de ministriles no sólo en Badajoz, sino en otras ciudades como Mérida, Jerez de los Caballeros, Zafra, etc.). El 2 de agosto de 1589 “Juan de Esquivel, maestro de chirimías”, se obliga ante el escribano de la villa a enseñar su arte a Benito Vázquez, el 1 de septiembre suscribía análoga obligación con Francisco Lozano. A su vez el propio Esquivel se concertaba con el organista Diego de Medina para que éste le enseñara “la boz de sacabuche y contrabaxo” a fin de adquirir un conocimiento completo de los instrumentos de viento, utilizados tanto en actos litúrgicos como en otras funcione de carácter profano.

Destacada quedó la importancia de la música en las celebraciones litúrgicas de la capilla de San Juan Bautista, que en la parroquial de La Granada erigiera la familia Zapata. Un nieto del fundador don Luis de Zapata y Chaves merece ser recordado como mecenas de músicos y cultivador él mismo del arte de la vihuela. Hombre sensible, en consonancia con el espíritu de la época, admiraba al vihuelista Luis de Narváez, según nos refiere en la Miscelánea y gozaba de la amistad de Gregorio Silvestre, músico y poeta al servicio de los Figueroa en la villa de Zafra, que le dedicó un soneto y del que refiere la simpática anécdota de cómo ganó las oposiciones al órgano de la Catedral de Granada. Alonso de Mudarra, racionero de la Seo  Hispalense, le dedicó uno de los tres libros de vihuela, dados a luz en Sevilla en 1546. En sus obras literarias don Luis da muestras de, un conocimiento nada común de la música, especialmente de la vihuela a la que se refiere en múltiples pasajes del Libro de Cetrería y en el Carlo Famoso. Clásico es el texto de la Miscelánea en el que al hablar de las “abilidades de los ciegos” refiere el caso del genial organista Antonio de Cabezón. Pero Zapata no solo tenía un conocimiento teórico de la música, sino que fue un consumado tañedor de vi huela: en Milán - cuenta el cronista regio Calvete-, formando parte del séquito que acompañó al entonces Príncipe don Felipe en su viaje desde España a los estados de Alemania, el noble llerenense, disfrazado, irrumpe. en el sarao tañendo en la vihuela canciones españolas.- Tal vez estas canciones de juventud le sirvieran de lenitivo en las horas tristes de su prisión en la Mancha o en la más relajada de Valencia de la Torre, recordándole los días felices pasados en la Corte

  1. Música en la actualidad

Ofrecemos en apretada síntesis una relación sucinta de las  principales entidades que fomentan la música en la provincia de Badajoz. Una actividad en auge, que tiene sus precedentes en el movimiento regionalista de finales del siglo pasado y del primer tercio del actual.

2.1.—La enseñanza musical.

Se viene desarrollando con carácter oficial en los Conservatorios existentes en la provincia: Conservatorio Superior de Badajoz; Conservatorio Profesional de Mérida y Conservatorios Elementales de Montijo y Don Benito. Asimismo y dependientes de éstos, existen las siguientes Academias Municipales de Música: Los Santos de Maimona,  Fuente de Cantos, Olivenza, Cabeza del Buey, Azuaga, Fregenal/ de la Sierra, Villafranca de los Barros y Llerena.

2.2.—Bandas de Música.

De Las múltiples Bandas Municipales que existieron en la provincia, siendo las pioneras la de Olivenza y la de Badajoz, junto a las extintas de las dos Militares de la Plaza pacense, en la actualidad subsisten las siguientes: Municipal de Badajoz, Filarmónica de OLivenza, Municipal de Jerez de los Caballeros, Municipal de Montijo, Municipal de Almendralejo, Municipal de Don Benito, Municipal de Villafranca de los Barros, Municipal de Fregenal de la Sierra.

2.3.-Corales y Escolanías.

El movimiento coral surgido también en Badajoz a finales del siglo XIX, y sostenido en la primera mitad del presente siglo por la celebrada Schola Cantorum del Seminario Diocesano, auténtico vivero de directores y coralistas, en la actualidad existen en la  provincia los siguientes coros, agrupados en la Federación Extremeña de Corales: Orfeón Provincial de Badajoz, Coro y Escolanía del Conservatorio Superior de Música de Badajoz, Coral Augusta Emérita y Coro Juvenil Trajano, de Mérida, Orfeón Vasco Núñez, de Jerez de los Caballeros, Coral Frexnense, de Fregenal de la Sierra, Coral Donbenitense, de Don Benito, Coral Castillo y Encinas”, de Segura de León, Coral Villanovense, de Villanueva de la Serena, Coral de Almendralejo, Coral de Montijo, Coral “Finibus Terrae”, de Almendral, Coro “El Baylío”, de Olivenza y Coro Municipal de Azuaga.

2.4.—Agrupaciones folklóricas.

El movimiento folklórico iniciado en la Baja Extremadura, a finales del siglo XIX,desde la ciudad de Fregenal de la Sierra,  adelantada de los estudios folklóricos en España, conoció un gran florecimiento gracias a los estudios de don Bonifacio Gil y otros ilustres musicólogos. En la actualidad se desarrolla una gran labor divulgativa a través de numerosos grupos, federados, entre los que merece destacarse la Asociación de Coros y Danzas de Badajoz, vinculada desde su fundación en 1940 a la extinguida Sección Femenina.

Sus numerosas actuaciones en España y en el extranjero y la  organización en Badajoz del Festival Folklórico Internacional desde hace diez años, justifican el prestigio de esta Agrupación Folklórica.

2.5.-Otras actividades musicales.

Entre las actividades musicales que se desarrollan en la provincia, merecen destacarse las propiciadas por el Departamento de Cultura de la Excma. Diputación Provincial de Badajoz, como el Festival Ibérico de Música, organizado por la desaparecida Institución “Pedro de Valencia” y la Semana Musical de Santa Cecilia, organizada por el Conservatorio Superior de Badajoz, y que en este año cumple su XI Edición, así como los Cursos de Perfeccionamiento, iniciados por referido Conservatorio en Alburquerque en 1981 y en Jerez de los Caballeros en 1982 y 1983, ahora asumidos por la Consejería — de Cultura de la Junta de Extremadura, además de los múltiples conciertos impartidos a los escolares de la provincia por intérpretes extremeños, y otras numerosísimas actividades. En el capítulo de publicaciones, precisa destacar la nueva serie dedicada a la música por el Departamento de Publicaciones de la Excma. Diputación Provincial de Badajoz, que recientemente ha dado a luz el Libro “Villanci cos y Canciones Extremeñas”, de don Juan Pérez Ribes, Director de la Banda Municipal de Badajoz y Profesor del Conservatorio pacense.


Bibliog. : SANTIAGO KASTNER, Macario “La Música en la Catedral de Badajoz” (años 1520—1603), AnM, XII. Barcelona, 1957; Idem:— “La música en la Catedral de Badajoz” (años 1601—1700), —— AnM,XV. Barcelona, 1960; Idem: “La Música en la Catedral — de Badajoz (años 1654—1764)”, AnM, XVIII. Barcelona, 1965. SOLIS RODRIGUEZ, Carmelo: “Juan Vázquez en la Catedral del Badajoz”, Revista de Estudios Extremeños, 1 Badajoz, 1974; Idem: “Datos para la historia del órgano en Extremadura —- (siglos Xv—Xvi)” en El Organo Español. Actas del Primer —— congreso 27—29 octubre 1981 Universidad Complutense. Madrid, 1983;—

Idem: ‘E1 órgano barroco en Extremadura (Aportación Documental)” en El Órgano Español. Actas del II congreso Español de Órgano Ministerio e Cultura. Madrid, 1987.