Los primeros datos sobre la historia de la música en la Baja
Extremadura aparte los testimonios iconográficos suministrados por
la arqueología — no van más allá del siglo XVI. Poco sabemos de la
monodia profana de anteriores centurias ni de la polifonía
tardomedieval, si bien un tema extremeño inspire el célebre romance
que narra los luctuosos hechos de don Álvaro de Luna:
“Alburquerque, Alburquerque bien mereces ser honrada”. El eco de
aquellos balbuceos se percibe en las polifonías cultas de la época
de los Reyes Católicos y se adentra en los años del reinado de
Carlos V a través de autores anónimos o de firmas tan autorizadas
como la de Juan del Encina o la del maestro Juan Vázquez.
Será pues, el siglo XVI el que nos ofrezca material suficiente para
iniciar una historia documentada de la música en la actual provincia
de Badajoz y dentro de este siglo la Catedral Pacense con una serie
ininterrumpida de maestros de capilla, organistas, ministriles y
cantores, hasta nuestros días.
Junto a este foco, la villa de Zafra, señorío de los Duques de
Feria, con Iglesia Colegial desde el siglo XVII al XIX y capilla
musical, protagoniza un suceso menor a la par que las ciudades de
Mérida y Llerena, cabeceras de sus respectivos Provisoratos en la
provincia santiaguista de San Marcos de León, o las importantes
poblaciones de Jerez de los Caballeros, Fregenal, Alburquerque…, por
las que pasaron algunos músicos de cierta entidad, que más tarde
desembocarían en la Seo Pacense.
Predomina hasta el siglo XIX la música de signo religioso frente a
la profana, si bien en este apartado hemos de consignar ya en el
siqlo XVI la importancia de la obra de Juan Vázquez debiendo
sospechar que esta misma alcanzaría amplio desarrollo en el.
cenáculo literario de la Academia de don Juan de Zúñiga en Zalamea
de la Serena, en el palacio de los Duques de Feria de Zafra y en
otros círculos de la nobleza pacense afines a los nuevos aires
renacentistas.
Se constata en el panorama musical de la Baja Extremadura una
importante presencia de artistas venidos de otras regiones de la
Península, sin que falten por otra parte los inevitables maestros
flamencos (al igual que en las artes plásticas) , si bien la nómina
más importante de músicos foráneos proceda del vecino reino
portugués, cuya Corte de Vilaviçosa fue un fecundo vivero de
instrumentistas que habrían de servir en la liturgia de la Catedral
y de otras iglesias badajocenses. Pese a las continuas guerras
fronterizas estas relaciones musicales hispano-lusitanas se
mantuvieron vigorosas hasta finales del XVIII para agotarse
rápidamente tras la guerra de la Independencia.
El expolio a que fue sometido el Archivo Musical Catedralicio e 1812
y las posteriores depredaciones provocadas por los decretos
desamortizadores en Conventos y Monasterios imposibilitan el estudio
de la producción musical operada durante más de tres siglos, si bien
los escasos restos conservados en los anaqueles capitulares, los
libros de facistol de canto llano conservados o alguna literatura
musical para chirimías guardados en los Conventos de Clarisas de
Llerena y Santa Ana de Badajoz nos rediman un poco este glorioso
pasado. La organería, en cambio, ofrece en la Baja Extremadura no
sólo una rica documentación desde finales del siglo XV, sino también
un conjunto inusual de instrumentos vivos a través de los cuales
puede delinearse en sus capítulos más exhaustivos la historia
organística de la región, a la que concurrieron maestros procedentes
de los más dispares lugares peninsulares y europeos, y desde la que
se podrá dar cuenta de instrumentos - foráneos de singular
importancia.
La postración a que llegara la música en el XIX conocerá en la
segunda mitad de este siglo un tímido resurgir propiciado ahora no
por el depauperado estamento eclesiástico, sino por las
instituciones civiles que, con la creación de bandas de música y
pequeñas orquestas se abren a las “novedades” de la zarzuela y de la
ópera, ya en los Teatros convertidos en salas de conciertos, ya al
aire libre en los festejos domingueros. Este clima de acercamiento
entre el pueblo y la música se acrecentaría en los primeros años de
nuestro siglo, cuando las bandas de música (pionera fue en el XIX la
de Olivenza y Badajoz contaría, a más de la municipal, con otras dos
militares de los Regimientos de Castilla y Gravelinas) intentan
trasvasar con adaptaciones más o menos felices la música culta, y
cuando algunas asociaciones (Ateneos, Círculos Recreativos,
Orfeones, etc.) la cultiven entre sus afiliados o contraten artistas
de fuera para solaz de un auditorio en el que, junto a círculos
minoritarios, se descubre una amplia presencia de la clase media y
otros estratos sociales. La Catedral en la segunda mitad del siglo
XIX contará con un maestro singular, José María Sbarbi para ya en
nuestro siglo y coincidiendo con la renovación de la música
litúrgica estimulada por el Motu Propio de San Pío X, dirigir la
capilla musical don Felipe Rubio Piqueras aunque la no muy dilatada
estancia de tan buen compositor y organista apenas dejara huella en
la vida artística de la ciudad. Por otra parte, figuras de cierta
importancia, como Cristóbal Oudrid y Joaquin Valverde pronto
abandonarían su ciudad de origen alcanzando en Madrid suficiente
fama.
La enseñanza musical también pasa de los claustros catedralicios en
estos años finales del XIX y principios del XX, a las Academias
municipales y, con carácter más restringido, a las de los
Regimientos Militares, desembocando después (de esto hace ya más de
sesenta años) el Conservatorio de Música de la Diputación Provincial
de Badajoz y recientemente en los Municipales de Mérida, Don Benito
y Montijo y en numerosas Academias creadas en las principales
localidades de la provincia. A la vez y acorde con los fervores
regionalistas de la época, la música popular comenzaría a ser objeto
de atención y estudio por algunos prestigiosos folkloristas, entre
los que hay que nombrar particularmente a Bonifacio Gil que con su
conocida obra Cancionero Popular de Extremadura (Badajoz, 1931,
1956) se granjeó la estima y reconocimiento de los especialistas en
el tema.
El presente trabajo se estructura en dos capítulos: En el primero se
ofrece la historia de la música en la Catedral de Badajoz, con una
sucinta relación de maestros de capilla, organistas e
instrumentistas, que sirvieron en ella desde el siglo XVI, añadiendo
un breve inventario de los fondos musicales custodiados en su
Archivo. El segundo capítulo está dedicado al órgano, por cuanto la
Baja Extremadura no se lo cuenta con un muestrario importante del
órgano barroco español, sino que sus autores se revelan en no pocos
casos como figuras insignes en la más amplia historia de la música
ibérica. Ampliamos nuestro trabajo a la ciudad de Llerena en el
siglo XVI, como muestra de la actividad musical desarrollada en
otros pueblos pacenses concluir con una somera relación de las
actividades musicales que animan en la actualidad la vida artística
bajoextremeña.
LA MUSICA EN LA
PROVINCIA DE BADAJOZ.
-
Llerena.
Uno de los centros más destacados en
el panorama de la música del XVI en la Baja Extremadura aparece en
la ciudad de Llerena. Capital del Provisorato en la provincia
santiaguista de San Marcos de León, el carácter preeminente de que
estuvo dotada en la extensa geografía de la “Diócesis nullius” la
rodeó de un ambiente cultural propiciado por numerosos talleres de
artistas, que sirvieron a la ornamentación de iglesias y conventos
comarcanos, así como por músicos e instrumentistas para solemnizar
la liturgia de las parroquias y monasterios.
La iglesia de Santiago, fundación de
don Alonso de Cárdenas, nos ofrece el primer testimonio de la
existencia, ya en 1494, de unos órganos situados en una de las
capillas aledañas al presbiterio, cerca de los túmulos del fundador
y su esposa doña Leonor de Cárdenas. Más pujante fue la actividad
musical en la iglesia mayor de La Granada, en la que convivían,
junto a la clerecía parroquial, los capellanes servidores de la
capilla de San Juan Bautista que su fundador, el bachiller Zapata,
había puesto bajo la jurisdicción de los Obispos de Badajoz. En las
constituciones redactadas por el que más tarde fuera albacea
testamentario del rey don Fernando, se precisan minuciosamente la
celebraciones litúrgicas, en las que la música jugaba un papel
destacado. En el coro de esta capilla, bajo una hermosa bóveda de
terceletes, se hallaban emplazados unos órganos (el actual data del
XVIII) — para acompañar a la misa y la liturgia de las horas
canónica. No sin razón la familia Zapata fue protectora de músicos y
alguno de sus miembros cultivador del arte de la vihuela en sintonía
con el ambiente humanístico del XVI.
La iglesia de la Granada contaba
además con capilla musical propia integrada por el maestro
organista, cantores y ministriles, acudiendo el ayuntamiento de la
entonces villa a sufragar el salario del maestro con 30.000
maravedíes, mientras que el del organista solo ascendía a 8.000. En
1572 sirvieron los órganos Bartolomé Muñoz y Diego Chavero y años
después Diego de Medina ocupando en 1583 el magisterio musical
Cristóbal de Medrano ejerciéndolo hasta 1587 en que, como vimos, se
trasladó a la Catedral de Badajoz, recomendado por el organista
Alonso de Maladros. Al vacar su oficio, el ayuntamiento llerenense
contrató los servicios del maestro Antonio Carrasco “vezino de
Montemolín con ygual salario”, manteniéndose en el cargo hasta 1593.
Poco sabemos de la categoría de estos maestros, sí que simultaneaban
sus oficios litúrgicos con el servicio al municipio en los festejos
organizados por la villa, estando además obligados a la enseñanza de
la música a los vecinos de Llerena y su comarca, como era práctica
habitual en las principales poblaciones del Reino.
En Llerena se constata, además, la
existencia, a finales del XVI, de ministriles, cobrando especial
interés, ya que en aquellos años no existía en la Catedral de
Badajoz ningún grupo de instrumentistas permanente, por lo que era
preciso acudir a los músicos portugueses de Vilaviçosa y de otros
pueblos cercanos (en el XVII habrá agrupaciones de ministriles no
sólo en Badajoz, sino en otras ciudades como Mérida, Jerez de los
Caballeros, Zafra, etc.). El 2 de agosto de 1589 “Juan de Esquivel,
maestro de chirimías”, se obliga ante el escribano de la villa a
enseñar su arte a Benito Vázquez, el 1 de septiembre suscribía
análoga obligación con Francisco Lozano. A su vez el propio Esquivel
se concertaba con el organista Diego de Medina para que éste le
enseñara “la boz de sacabuche y contrabaxo” a fin de adquirir un
conocimiento completo de los instrumentos de viento, utilizados
tanto en actos litúrgicos como en otras funcione de carácter
profano.
Destacada quedó la importancia de la
música en las celebraciones litúrgicas de la capilla de San Juan
Bautista, que en la parroquial de La Granada erigiera la familia
Zapata. Un nieto del fundador don Luis de Zapata y Chaves merece ser
recordado como mecenas de músicos y cultivador él mismo del arte de
la vihuela. Hombre sensible, en consonancia con el espíritu de la
época, admiraba al vihuelista Luis de Narváez, según nos refiere en
la Miscelánea y gozaba de la amistad de Gregorio Silvestre, músico y
poeta al servicio de los Figueroa en la villa de Zafra, que le
dedicó un soneto y del que refiere la simpática anécdota de cómo
ganó las oposiciones al órgano de la Catedral de Granada. Alonso de
Mudarra, racionero de la Seo Hispalense, le dedicó uno de los tres
libros de vihuela, dados a luz en Sevilla en 1546. En sus obras
literarias don Luis da muestras de, un conocimiento nada común de la
música, especialmente de la vihuela a la que se refiere en múltiples
pasajes del Libro de Cetrería y en el Carlo Famoso. Clásico es el
texto de la Miscelánea en el que al hablar de las “abilidades de
los ciegos” refiere el caso del genial organista Antonio de
Cabezón. Pero Zapata no solo tenía un conocimiento teórico de la
música, sino que fue un consumado tañedor de vi huela: en Milán -
cuenta el cronista regio Calvete-, formando parte del séquito que
acompañó al entonces Príncipe don Felipe en su viaje desde España a
los estados de Alemania, el noble llerenense, disfrazado, irrumpe.
en el sarao tañendo en la vihuela canciones españolas.- Tal vez
estas canciones de juventud le sirvieran de lenitivo en las horas
tristes de su prisión en la Mancha o en la más relajada de Valencia
de la Torre, recordándole los días felices pasados en la Corte
-
Música en la actualidad
Ofrecemos en apretada síntesis una
relación sucinta de las principales entidades que fomentan la
música en la provincia de Badajoz. Una actividad en auge, que tiene
sus precedentes en el movimiento regionalista de finales del siglo
pasado y del primer tercio del actual.
2.1.—La
enseñanza musical.
Se viene desarrollando con carácter
oficial en los Conservatorios existentes en la provincia:
Conservatorio Superior de Badajoz; Conservatorio Profesional de
Mérida y Conservatorios Elementales de Montijo y Don Benito.
Asimismo y dependientes de éstos, existen las siguientes Academias
Municipales de Música: Los Santos de Maimona, Fuente de Cantos,
Olivenza, Cabeza del Buey, Azuaga, Fregenal/ de la Sierra,
Villafranca de los Barros y Llerena.
2.2.—Bandas
de Música.
De Las múltiples Bandas Municipales
que existieron en la provincia, siendo las pioneras la de Olivenza y
la de Badajoz, junto a las extintas de las dos Militares de la Plaza pacense, en la actualidad subsisten las siguientes: Municipal de
Badajoz, Filarmónica de OLivenza, Municipal de Jerez de los
Caballeros, Municipal de Montijo, Municipal de Almendralejo,
Municipal de Don Benito, Municipal de Villafranca de los Barros,
Municipal de Fregenal de la Sierra.
2.3.-Corales
y Escolanías.
El movimiento coral surgido también en
Badajoz a finales del siglo XIX, y sostenido en la primera mitad del
presente siglo por la celebrada Schola Cantorum del Seminario
Diocesano, auténtico vivero de directores y coralistas, en la
actualidad existen en la provincia los siguientes coros, agrupados
en la Federación Extremeña de Corales: Orfeón Provincial de Badajoz,
Coro y Escolanía del Conservatorio Superior de Música de Badajoz,
Coral Augusta Emérita y Coro Juvenil Trajano, de Mérida, Orfeón
Vasco Núñez, de Jerez de los Caballeros, Coral Frexnense, de
Fregenal de la Sierra, Coral Donbenitense, de Don Benito, Coral
Castillo y Encinas”, de Segura de León, Coral Villanovense, de
Villanueva de la Serena, Coral de Almendralejo, Coral de Montijo,
Coral “Finibus Terrae”, de Almendral, Coro “El Baylío”, de Olivenza
y Coro Municipal de Azuaga.
2.4.—Agrupaciones
folklóricas.
El movimiento folklórico iniciado en
la Baja Extremadura, a finales del siglo XIX,desde la ciudad de
Fregenal de la Sierra, adelantada de los estudios folklóricos en
España, conoció un gran florecimiento gracias a los estudios de don
Bonifacio Gil y otros ilustres musicólogos. En la actualidad se
desarrolla una gran labor divulgativa a través de numerosos grupos,
federados, entre los que merece destacarse la Asociación de Coros y
Danzas de Badajoz, vinculada desde su fundación en 1940 a la
extinguida Sección Femenina.
Sus numerosas actuaciones en España y en el
extranjero y la organización en Badajoz del Festival Folklórico
Internacional desde hace diez años, justifican el prestigio de esta
Agrupación Folklórica.
2.5.-Otras
actividades musicales.
Entre las actividades musicales que se
desarrollan en la provincia, merecen destacarse las propiciadas por
el Departamento de Cultura de la Excma. Diputación Provincial de
Badajoz, como el Festival Ibérico de Música, organizado por la
desaparecida Institución “Pedro de Valencia” y la Semana Musical de
Santa Cecilia, organizada por el Conservatorio Superior de Badajoz,
y que en este año cumple su XI Edición, así como los Cursos de
Perfeccionamiento, iniciados por referido Conservatorio en
Alburquerque en 1981 y en Jerez de los Caballeros en 1982 y 1983,
ahora asumidos por la Consejería — de Cultura de la Junta de
Extremadura, además de los múltiples conciertos impartidos a los
escolares de la provincia por intérpretes extremeños, y otras
numerosísimas actividades. En el capítulo de publicaciones, precisa
destacar la nueva serie dedicada a la música por el Departamento de
Publicaciones de la Excma. Diputación Provincial de Badajoz, que
recientemente ha dado a luz el Libro “Villanci cos y Canciones
Extremeñas”, de don Juan Pérez Ribes, Director de la Banda Municipal
de Badajoz y Profesor del Conservatorio pacense.
Bibliog. : SANTIAGO KASTNER,
Macario “La Música en la Catedral de Badajoz” (años 1520—1603), AnM,
XII. Barcelona, 1957; Idem:— “La música en la Catedral de Badajoz”
(años 1601—1700), —— AnM,XV. Barcelona, 1960; Idem: “La Música en la
Catedral — de Badajoz (años 1654—1764)”, AnM, XVIII. Barcelona,
1965. SOLIS RODRIGUEZ, Carmelo: “Juan Vázquez en la Catedral del
Badajoz”, Revista de Estudios Extremeños, 1 Badajoz, 1974; Idem:
“Datos para la historia del órgano en Extremadura —- (siglos Xv—Xvi)”
en El Organo Español. Actas del Primer —— congreso 27—29 octubre
1981 Universidad Complutense. Madrid, 1983;—
Idem: ‘E1 órgano barroco en
Extremadura (Aportación Documental)” en El Órgano Español. Actas del
II congreso Español de Órgano Ministerio e Cultura. Madrid, 1987.
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