JACINTO SÁNCHEZ

LA MOTIVACIÓN EN LA FORMACIÓN MUSICAL DEL INTÉRPRETE.

Facultad de Formación del Profesorado / Conservatorio “Hermanos Berzosa” de Cáceres


Cuantas veces comentamos en los pasillos de nuestros respectivos centros de enseñanza musical entre los profesores, el bajo nivel del alumnado, el poco o ningún interés que muestran por nuestras enseñanzas, y  después de estas reflexiones y cavilaciones acabamos todos echándole la culpa a la LOGSE. Recordamos unos y otros nuestros tiempos de estudiantes loando nuestra capacidad de sacrificio, y cuanto estudiábamos, y como obedecíamos escrupulosamente los planteamientos y consejos musicales que nos daban nuestros respectivos profesores.

Con el tiempo se aprecia sobre el tema una misma respuesta unánime, un frase hecha, una pescadilla que se muerde la cola. No sin falta de razón, los profesionales de la enseñanza musical nos vemos impotentes para obtener los resultados deseados por parte del alumnado, bien es cierto que el sistema como tal no parece que funcione, que los alumnos están sobrecargados de actividades, y que pasan demasiado tiempo en los conservatorios en lugar de dedicar más tiempo al estudio personal. Todo esto es en parte cierto pero existe un factor determinante que dulcifica esta cruda realidad y que es un tanto por ciento de mucho peso en la docencia, la motivación.

La motivación es la actividad por la cual nos movemos para conseguir un fin, nos inquietamos por algo, sentimos un estímulo, un deseo un impulso. Bien es cierto que hay que diferenciar entre conducta motivada y conducta instintiva. Mientras la conducta instintiva no requiere una voluntad o deseo por parte del sujeto, la conducta motivada si la requiere.

La psicología está dividida en dos vertientes en el estudio de la motivación. La vertiente que relaciona la motivación del individuo con mecanismos fisiológicos y la vertiente que relaciona la motivación con la acción desde el punto de vista de conducta y comportamientos.


TEORÍAS  SOBRE LA MOTIVACIÓN.

Teoría de la motivación por emociones:
Las emociones cumplen una función biológica preparando al individuo para su defensa a través de importantes cambios de la fisiología del organismo y desencadenando los comportamientos adecuados que sirven para restablecer el equilibrio del organismo. Cuando los estados emocionales son desagradables el organismo intenta reducirlos con un mecanismo más o menos equivalente al de la reducción del impulso. Por eso autores como Spence consideran a las emociones como factores motivantes.

Teoría homeostática:
La
homeostasis es un mecanismo orgánico y psicológico de control destinado a mantener el equilibrio dentro de las condiciones fisiológicas internas del organismo y de la psiquis. Consiste en un proceso regulador de una serie de elementos que han de mantenerse dentro de unos límites determinados, pues de lo contrario peligraría la vida del organismo. Así conocemos que existe una serie de elementos y funciones que han de estar perfectamente regulados y cuyo desequilibrio sería de consecuencias fatales para la vida; por ejemplo, la temperatura, la tensión arterial, cantidad de glucosa o de urea en la sangre... Estas y otras funciones están reguladas y controladas por los mecanismos homeostáticos, y cada vez que surge una alteración en uno de estos elementos y funciones, el organismo regula y equilibra la situación poniendo en marcha una serie de recursos aptos para ello. Entre los autores más representativos de esta corriente podemos señalar a Hull, a Freud y a Lewin entre otros.

Teoría de la reducción del impulso:
Impulso es tendencia a la actividad generada por una necesidad. Esa necesidad, que es el estado de desequilibrio o malestar interno, es a su vez provocada por una carencia, por una falta de algo, en el organismo vivo.

La raíz de la conducta motivada emerge, en esta clase de explicaciones, de algún tipo de desequilibrio que perturba la estabilidad o constancia del medio interior del sujeto. El desequilibrio interior puede estar provocado por un déficit de lo que el organismo precisa para su existencia. Tales carencias externas provocan estados internos de necesidad, aparentemente muy diversos, pero coincidentes en sus efectos perturbatorios. Ese desequilibrio provoca en el organismo una exigencia de reequilibración que no cesa hasta que la carencia, o incluso, el exceso, ha sido eliminado y substituido por otro. Averiguar cómo provoca el desequilibrio esa exigencia de reequilibración es lo que pretenden las teorías motivacionales basadas en la homeostasis.

Dentro de esta perspectiva explicativa de la motivación podemos destacar a representantes como: Hull, Lewin...

Hull es, sin duda, el máximo representante de esta corriente. Basándose en las ideas de Thorndike sobre la motivación Hull elabora su teoría. La "satisfacción" de la que hablaba Thorndike fue reemplazada por "reducción de la necesidad", primeramente, y más tarde por el de "reducción del impulso". Según Hull:

"Cuando la acción de un organismo es un requisito para incrementar la probabilidad de supervivencia del individuo o de una especie en una determinada situación, se dice que está en un estado de necesidad. Dado que una necesidad, actual o potencial, usualmente precede y acompaña a la acción del organismo, suele decirse que la necesidad motiva o impulsa la actividad asociada. A causa de esta propiedad motivacional de las necesidades, éstas se consideran como productoras de impulsos –drives - animales primarios".

Teoría psicoanalítica de la motivación:
Esta teoría está basada principalmente en los motivos inconscientes y sus derivaciones. Además, según la teoría psicoanalítica las tendencias primarias son el sexo y la agresión. El desenvolvimiento de la conducta sexual sigue un modelo evolutivo que supone diversas elecciones de objeto hasta que se logra un afecto sexual maduro. Las modernas interpretaciones psicoanalíticas encuentran un lugar más amplio para los procesos del ego que el que tenían antes.

El modelo de motivación adoptado por Freud es un modelo hedonístico de tensión - reducción que implica que la meta principal de todo individuo es la obtención del placer por medio de la reducción o extinción de la tensión que producen las necesidades corporales innatas. La interpretación que Freud hace de la motivación se conoce con el nombre de psicodinámica, puesto que da una explicación de los motivos humanos en términos de hipotéticos conflictos activos subyacentes.

Teorías del incentivo:
La explicación de la motivación por incentivos se debe a autores como Young, Thorndike, Olds, Mc Clelland, Skinner, Ritcher.

Para empezar hay que reseñar que hay una relación profunda entre la psicología de la afectividad y el concepto de incentivo que se da al existir una conexión, más o menos total, entre los principios hedonistas y el tema de los incentivos.

Un incentivo es un elemento importante en el comportamiento motivado. Básicamente consiste en premiar y reforzar el motivo mediante una recompensa al mismo. Son incentivos y refuerzos de la. Los incentivos más importantes o comunes son el dinero, el reconocimiento social, la alabanza, el aplauso...

Un incentivo es un incitador a la acción, es un motivo visto desde fuera, es lo que vale para un sujeto, es lo que le atrae. De la verdad indiscutible de que los organismos tienden en líneas generales a conseguir placer y evitar el dolor han partido las interpretaciones hedonistas del incentivo.

Young es uno de los autores que más han documentado empíricamente la función motivadora de los incentivos.  Sus estudios comprobaron el hecho de que a los organismos pueden motivarles los deseos de placer, tanto como los de reponer energías perdidas o los de reducir un impulso molesto.

Otros autores como Mc Clelland o James Olds también realizan sus aportaciones a este campo. Para Mc Clelland : "un motivo es una asociación afectiva intensa, caracterizada por una reacción anticipatoria de una meta, en base a la asociación previa de ciertos estímulos clave con reacciones afectivas de placer o dolor". Por otra parte Olds estudia los centros de placer y dolor del cerebro confirmando el gran poder motivacional de las experiencias afectivas que no tienen más función inmediata que el goce. Éste puede ir funcionar como un fin en sí mismo disociado de toda utilidad homeostática o impulso - reductora.

Teorías cognoscitivas:
Las teorías cognoscitivas están, fundamentalmente, basadas en la forma en que el individuo percibe o se representa la situación que tiene ante sí. Las teorías cognitivas de la motivación acentúan como determinantes de la conducta motivada, la percepción de la fuerza de las necesidades psicológicas, las expectativas sobre la consecución de una meta y el grado en el que se valora un resultado correcto.

Como autores más representativos de esta teoría podríamos citar a Festinger, Tolman, Weiner, Heider...

Entre las numerosas teorías que destacan el papel de los procesos cognoscitivos en la motivación, hay dos esencialmente señaladas: las que hacen uso de esos constructos que venimos llamando expectativas; y las que postulan un modelo dinámico conocido como disonancia cognoscitiva.

Teoría de la disonancia cognoscitiva:
Festinger describe ciertas clases de comprensiones desequilibradas como disonantes que suponen que el sujeto se encuentre en tensión para evitar dicha disonancia. La clase de desacuerdo o falta de armonía que preocupa principalmente a Festinger es la consiguiente a tomar una decisión. Bajo dichas circunstancias se origina frecuentemente una falta de armonía entre lo que una hace y lo que uno cree, y por tanto existe una presión para cambiar ya sea la propia conducta o la creencia. Un concepto disonante de otro no es sino aquel, psicológicamente hablando, que para un sujeto resulta incompatible con otro, de tal forma que la aceptación de uno implica el rechazo del otro, o lo que es más frecuente le lleva a un intento de justificar una eventual "reconciliación" de ambos.

Teoría de las expectativas:
Esta teoría considera que hay una serie de determinantes mentales, a los que Tolman llama expectativas, que operarían como estructuras orientadoras de la acción. El sujeto anticipa, en cierto modo, los acontecimientos por procesos de pensamiento y la esperanza de alcanzar la meta es la que le mueve a la acción. La meta funcionaría, pues, como un incentivo.

Teorías fisiológicas:
En la obra de Paulov no hay una doctrina emocional explícita, ni tampoco era fácil que la hubiera en que el sistema reticular activador aún estaba por descubrir de una manera efectiva. Sin embargo, hay dos aspectos en la obra de Paulov que manifiestan una relación bastante directa con el problema de la motivación. Uno de ellos es el relativo a la excitación, que es el concepto central de la doctrina pavloviana ; otro, el que se refiere al estímulo incondicionado y a las condiciones en que debe administrarse para que ejerza su función de refuerzo. Aparte del uso de recompensas y castigos, Paulov señaló la importancia del reflejo de orientación para el condicionamiento, tema que llegaba hasta donde era posible en su tiempo el problema de la activación y de motivos como el de la curiosidad.

El descubrimiento por Moruzzi y Magoun, en 1949, del sistema reticular activador, fue decisivo para dar una base fisiológica tangible a las teorías de la motivación.

Teorías humanistas:
En el caso de las doctrinas humanísticas, más que de teorías científicas se trata de descripciones e interpretaciones de los motivos humanos, vinculadas de muy diferentes maneras a supuestos filosóficos, fenomenológicos, y existencialistas. El representante más destacado en este tipo de psicología de la motivación es G.W. Allport (1937-1961), cuya detección del fenómeno de la autonomía funcional de los motivos superiores en el hombre, difícil de encajar en los modelos biológicos de la reducción del impulso o en la explicación hedonista, planteó a la psicología positiva una pregunta que aún no ha sido respondida completamente. Allport cree que las motivaciones adultas se desarrollan a partir de sistemas motivacionales antecedentes, pero mantienen una independencia o autonomía funcional respecto a los mismos. La ley de la autonomía funcional de los motivos deja por tanto bien sentado que una cosa es el origen histórico de los motivos y otra su valor actual. Al principio, puede no haber interés en realizar una tarea, pero la ley del placer funcional señala que el mero hecho de realizar la función produce placer y satisface al sujeto.

Maslow, otro representante de este grupo de teorías, organiza las motivaciones dentro de una escala jerárquica. Cuando una motivación esta satisfecha, ocupa el lugar que, en adelante será la encargada de controlar la conducta del sujeto.

Una vez enunciadas las diferentes teorías sobre la motivación podemos afirmar que existen dos tipos de motivaciones en la enseñanza - aprendizaje.

  • Interna: factores que provienen del propio alumno.

  • Externa: planteamientos que el profesorado propone para interesar al alumnado: tipos de actividades, su alternancia, organización del contexto...

A su vez se establecieron 4 tipologías de motivación:

  • Tipología A: Alumnado interesado en si mismo por el estudio, por el aprendizaje y el saber. Se mueve por el interés que le despiertan los contenidos en si mismos.

  • Tipología B: Alumnado con una motivación académica. Se mueve no tanto por el aprendizaje en sí mismo como por la utilidad o beneficio que puede obtener -nota, título, premio...

  • Tipología C: Alumnado desmotivado por sentirse bloqueado ante el aprendizaje, por su propia inseguridad y por una autoestima muy baja.

  • Tipología D: Alumnado motivado por intereses extracadémicos, por el mundo adulto, por la transición a la vida activa y, por tanto, poco interesado o interesado de manera muy selectiva (solo por aquellos contenidos que le resultan relevantes) por el currículum escolar.

Hoy en día son muy diferentes los estímulos y los motores que mueven al mundo en relación con los parámetros hasta ahora mantenidos. El avance imparable de las nuevas tecnologías, el exceso de información, la reducción en todos los aspectos del esfuerzo (físico y mental), el ascenso del nivel de vida, el cambio social y cultural etc… Hacen recapacitar que muchos de nuestros valores, y metas no son las de ahora y que debemos cambiar y adaptarnos  a las nuevas corrientes para no obtener resultados insatisfactorios.


EXPERIENCIAS PERSONALES EN RELACION A LA MOTIVACIÓN.

Mi experiencia docente aunque no demasiado muy dilatada  (unos diez años) si ha sido plural y, como profesor de guitarra he impartido multitud de clases privadas, clases en Asociaciones vecinales de barrio, Casas de Cultura de Ayuntamientos, Escuelas de Música, Conservatorios y también en la Universidad. Bien prácticamente puedo decir que conozco todos los ámbitos. Voy a compartir algunas de mis  experiencias en los distintos campos.

En el campo de las clases privadas existen dos factores muy importantes: primero el alumno elige al profesor y paga por sus enseñanzas en cada clase, y dos el profesor como profesional de las clases particulares debe mostrar todas sus dotes pedagógicas y didácticas para mantener a ese alumno, y a su vez obtener una buena opinión pública, para así atraer más futuros alumnos.

En este campo de las clases privadas comencé  a darme cuenta de la importancia de la motivación, para ello pondré algunos casos reales de alumnos. En mis primeras clases privadas intenté poner de manifiesto todos mis conocimientos adquiridos en el Conservatorio, llevando un similar programa y una forma de impartir las clases idénticas en los aspectos didácticos y de contenido. Pronto me di cuenta de que este sistema era bueno sólo para aquellos alumnos que ya estaban orientados en cierta forma a la vida musical y tenían disciplina de estudio pero tampoco destacan por una motivación excepcional. Comencé pues a cambiar poco a poco mis conceptos y estrategias así pues veamos en primer lugar el ejemplo del alumno E. G.  23 años de edad,  con nivel de estudios de graduado escolar, de profesión obrero de la construcción. Este alumno había tenido siempre una gran inquietud por el mundo de la guitarra e incluso había realizado algún curso de guitarra por correspondencia (nada aconsejable por cierto) cuando tuvimos nuestra primera entrevista el me comentó que sus conocimientos musicales eran nulos y me habló de sus gustos musicales, por cierto prácticamente todo música pop, rock,  etc…

Bien, mi primer paso no fue decirle que no podía darle clases al no saber solfeo, ni teoría, mi motivación aparte de la profesional (intentar hacer un guitarrista de él) también era la necesidad económica, para que negarlo yo necesitaba alumnos. Pues bien, comenzamos con un sistema de notación musical el cual  entendiese con pocos conceptos, optando entonces pos la tablatura o exagrama, este sistema aunque muy impreciso es de respuesta inmediata por lo que no es necesario un periodo de estudio y comprensión del lenguaje musical que a veces desmotiva a los alumnos. No dejando de lado los aspectos técnicos fundamentales tales como la posición del instrumento, la colocación de las manos, el ataque a las cuerdas etc…

En la segunda clase ya tocaba pequeñas piezas todas dentro de sus gustos musicales (melodías de grupos rock o pop) en pocas clases evolucionó favorablemente aprendiendo piezas en dificultad progresiva, poco a poco fuimos introduciendo otros estilos como el blues y algunas piezas clásicas típicas como Romance Anónimo o Greensleeves, entonces el comenzó a sentir la necesidad ir más lejos, de mejorar su técnica de conocer otros estilos, comencé por aconsejarle que escuchase mucha música de distintos estilos y de distintas épocas, su inquietud por aprender fue creciendo más y más las piezas que interpretaba se iban haciendo más complejas y los códigos del exagrama comenzaban a ser insuficientes para él, comenzó a estudiar teoría de la música y a iniciarse en el Lenguaje musical el cuál siempre lo teníamos como medio para hacer música, medio para interpretar relacionando siempre todos y cada uno de los distintos conceptos con la interpretación.

En un período de un año el avance había sido increíble, nuestras clases siempre solíamos alternarlas con pequeñas audiciones con otros alumnos, audiciones en colegios e institutos etc… Él comenzó a tener cada vez más confianza en sí mismo y yo le animé a enfocar su carrera musical de una manera profesional en el siguiente curso realizó la prueba del conservatorio para acceso  a  primero de grado medio, y consiguió superar la prueba con la máxima calificación, a su vez retomó los estudios de bachillerato en el nocturno al yo advertirle que debía tener terminado el bachillerato para obtener su titulación correspondiente.

 Hoy en día este alumno finaliza sus estudios de grado medio y su vida cambió por completo. En el caso de este alumno se dan un cúmulo de circunstancias, unas motivaciones que llevan a otras sucesivamente y que persiguen un claro fin. Su motivación partió en primer lugar por el deseo de hacer música, de interpretar.

Primero partió de sus aficiones musicales más fuertes, la música con la que en ese momento se identificaba, el desarrollo vino paulatinamente, el deseo de progresar fue incrementándose a medida que su nivel musical y técnico aumentaba.

También bajo mi humilde punto de vista la ausencia de exámenes o pruebas, beneficia a la formación del intérprete, la mejor prueba es aprender a compartir la música con otras personas, formar al artista, al intérprete y creer y hacer creer al mismo de que se está formando como tal. En el caso de este alumno no estudiaba en un principio por aprobar un trimestre o por una nota mejor, su motivación era aprender a interpretar, cierto es que después su motivación se convirtió en una posible salida profesional encauzando su carrera con el fin de obtener una futura titulación que le habilite para entrar en el mundo laboral.

Otra experiencia que voy a compartir con vosotros es para mí especialmente entrañable. Cuando estuve de profesor de guitarra en la localidad cacereña de Alcuéscar, tuve como alumna a I.F.M de ochenta y tres años de edad.

Cierto es que en un principio cuando vi la relación de alumnos, al ver la fecha de nacimiento de la mencionada alumna, me quedé perplejo y pensé que debía tratarse de un error del secretario de la casa de cultura, pero no era así. Tuve una entrevista con la alumna y la verdad es que no era la anciana que yo imaginaba llena de achaques y algo descentradilla por la edad, me encontré a una persona llena de vitalidad con mucha energía, ella me contó que toda su vida había tenido la gran ilusión de tocar un instrumento en otras ocasiones intentó hacerlo pero otros profesores la desanimaron convenciéndola que por motivos de su edad prácticamente sería imposible que lograse avanzar lo más mínimo en esto de la música.

 Mis antecesores por supuesto no la aceptaron como alumna y en la clase de lenguaje musical le pusieron mil y una propuestas para que no pudiese asistir a las clases, que si no podía ponerse con ningún grupo en el que encajara, que si al no tener conocimientos de lenguaje musical era imposible. Yo me armé de valor y la acepté, y comenzamos nuestras clases. Primero realizando sencillos ejercicios para adaptar medianamente las manos al instrumento y comenzando a interpretar sencillas melodías que ella me cantaba por imitación en la guitarra. Pronto pasamos a la tablatura, la cual ella comprendió sin dificultad, y en ese mismo curso cuando hicimos la audición de clausura del mismo I.F.M subió al escenario e interpretó la pieza popular de “el vito”.

No hay palabras que puedan expresar la emoción que sintió ella al verse protagonista por un momento, al ver cumplida la ilusión de su vida, todos sus convecinos se sorprendieron de su tesón y su entrega y muchos que sonreían cuando la veían con su guitarra camino de la clase la comenzaron a respetar. I.F.M se casó con veinte años y quedó viuda a los dos años de matrimonio, su vida desde entonces no fue nada fácil, estuvo en Madrid trabajando muchos años en multitud de oficios, entre ellos modista, y luego regresó a su pueblo. Ella vivía sola y me contaba (aún me emociono con estas palabras) que con su guitarra y su música no se sentía sola, que ojalá mucho antes hubiera tenido la oportunidad de acercarse a la música, que era su compañera la alejaba de la soledad y le daba mil y una alegrías.

La motivación pues, en este caso, era una búsqueda de una meta, una antigua afición deseada y no alcanzada, y a la vez una maravillosa terapia para la soledad. En el curso siguiente fueron más personas mayores de 50 y de 60 años las que se animaron a mis clases de guitarra.

Mi experiencia en los Conservatorio aunque breve ha sido intensa, he visto las diferentes motivaciones que mueven a los alumnos, y los resultados que se obtiene dependiendo del tipo de motivación. En mi primera experiencia con los alumnos de iniciación del conservatorio, comencé por intentar ganarme en la medida de lo posible su confianza. Esto en cierta manera es peligroso, pues en a veces se llega al límite del exceso de la misma. En general sus gustos y aficiones musicales son muy parecidas, los temas musicales de sus series favoritas de televisión, series de dibujos animados y canciones pop o rock de moda. Comenzando por esta “su música” hice pequeños arreglos de melodías tales como “Manos a la Obra”  ó “médico de familia” por poner algunos ejemplos, o de series de dibujos animados como “La Pantera Rosa” o temas de películas como “Misión Imposible” “Titanic” etc…

Por supuesto, lo más simple y sencillo posible, que fuesen tocables por ellos, en algunas ocasiones en guitarra sola y en otras agrupaciones de tres o cuatro guitarras.

Todos y cada uno de los alumnos en la medida de sus posibilidades estudiaban con afán estas piezas e incluso algunos me contaban como les gustaba interpretarlas delante de su familia, o en el colegio. Esa chispa de motivación no me privó de introducir algunas de las piezas propias del repertorio básico de iniciación en la guitarra.

Pero ya no les costaba tanto esfuerzo, ellos se esforzaron por leer las partituras anteriormente para  interpretar la música que preferían, ellos se esforzaron en realizar los ejercicios técnicos que yo les proponía para llegar a la meta que se habían fijado. Pequeñas melodías como el popular “cumpleaños feliz”, es un ejemplo de lo que debe ser la música para los intérpretes, yo les aconsejaba que en los cumpleaños de familiares y amigos la interpretasen, y puedo decir que cuando me relataban con orgullo como sus familiares y amigos se sentían orgullosos de su interpretación, y disfrutaban de su pequeña melodía que alegraba ese momento ellos entonces se sentían auténticos artistas, y comprendían en ese mismo momento el significado de la música.

 En los conservatorios habitualmente se sigue la práctica de una programación general para todos los alumnos con un número de piezas determinadas por curso. Todo con un único fin el examen final y la persecución de una nota. Los alumnos de cursos más avanzados estaban y aún están acostumbrados a ver el sentido de la música con un horizonte muy pequeño, una calificación, el paso de un curso a otro. Ellos no se consideran artistas ni instrumentistas, ello se consideran estudiantes de conservatorio, que viene a clase a ser corregidos escrupulosamente por un profesor que “les saca los defectos”.

 Habitualmente su relación con la música se inicia con melodías o temas completamente ajenos a ellos, estudios de Aguado, Carcassi, Giuliani etc… imagino que esto se puede aplicar a todos los demás instrumentos. Algunos profesores dan su solución poniendo como ejemplo el plan antiguo del 66, con los exámenes obligatorios por curso, con sus respectivos tribunales.

Cierto es que esta es una forma de dar más relevancia e importancia a la música, pero habría que preguntarse ¿es un examen suficiente motivación? ¿Para qué estudia el alumno? ¿Para realizarse personalmente como músico?. Creo por un lado que el punto de vista de estos profesionales es una forma un tanto arcaica de ver la realidad. Cierto es que el sistema como anteriormente ha quedado de manifiesto no acaba de funcionar, pero ¿funcionaba el anterior?

En mi experiencia como alumno puedo confirmar que es cierto que estudiábamos para el examen, no quedaba otra salida, pero nuestra formación musical se troncaba con negativos aspectos psicológicos, los cuales creo perjudicaban a la personalidad del futuro intérprete dándole a la música un significado diferente. Creo que la formación del intérprete está en los escenarios, en las audiciones, en los pequeños conciertos, en el compartir la música con otros músicos, y en regalar la música a los distintos públicos.

Si el alumno que inicia sus estudios musicales tiene por costumbre y norma habitual el realizar audiciones prácticamente cada quince días e intentamos formarle como artista de la música, como creador de una obra de arte su concepto de la música, del estudio y lo más importante su motivación será muy diferente.

Entonces os preguntaréis según la utopía que nos propones ¿no habrá calificaciones ni exámenes? Por supuesto el trabajo  y los conocimientos deben tener una medida, una regla por la cual se valoren y se midan pero no poner  el examen como fin de la música. Realizar actividades musicales en colegios, hogares de pensionistas, casas de cultura, hospitales, centros sociales, etc… es una forma de motivar a profesores y alumnos, de participar de la música como músico y artista, y no de pasear los instrumentos de clase a casa, esperando las correcciones oportunas del profesor y la ansiada nota.

Motivémonos y motivemos y así   se producirá la magia de la creación artística, el supremo momento en el que las emociones inundan el alma y dejan fluir a ese otro lenguaje, que a veces parece reservado para unos pocos LA MÚSICA.


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