Es tradicional desde tiempos inmemoriales que los quintos, durante los domingos anteriores al día de Nochebuena, se reúnan con los amigos y familiares de sexo masculino, y “caigan” un leño (normalmente el más grande y más viejo), propiedad de su familia o comprado, y lo lleve a la plaza de la Iglesia o a la plaza del ayuntamiento. Estos leños se traían antiguamente rodando por todo el campo y después en carros de bueyes. En la actualidad la recogida del leño se hace con tractor y después los familiares invitan a los asistentes con una comida campestre. Por la tarde se recorren los bares del pueblo cantando rondas y tonadas de quintos. Antiguamente cada quinto traía un leño que le era asignado por su abuelo en el momento de su nacimiento, generalmente era el mejor que tenía.
Cuando no había hacienda podía ser cedido por un familiar o amigo o comprado. Actualmente por el peligro ecológico que supone el arrancar una encina por parte de cada uno de los quintos, se ha optado porque se unifique la fiesta recogiendo uno o dos como máximo, entre todos los quintos y eligiendo los árboles más deteriorados e incluso muertos.
El día 24 de Diciembre al atardecer, en el cambio del equinoccio de otoño, al solsticio de invierno, yendo por la carretera de las Torres, según se va pasando por cada pueblo se ve el inicio del “fuego de los quintos”. Se enciende la hoguera, acto en el que participa todo el pueblo, cantando con almireces y zambombas. Esta noche se dedican a rondar por todo el pueblo y bares, cantando canciones de rondas, de quintos, satíricas y burlescas y villancicos.