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SANTOS MÁRTIRES Y LAS CANDELAS

Una vez que se empiezan a alargar los días y se acerca el paso del invierno a la primavera se inicia la época más fecunda de la naturaleza.

Ya en épocas ancestrales y remontándonos a la mitología romana puede considerarse la celebración de las Lupercalia, fiesta en honor a la Loba Dea “que amamantó a los hijos de Marte, Rómulo y Remo, en el cual se sacrificaban, como víctimas, cabras, boques y perros, inmolados ya por Rómulo en honor de la Loba Nutricia, porque los perros son los animales más enemigos de los lobos.

Asisten también las vestales, que ofrecen la “mola salsa”, preparada con las primeras espigas recogidas en el verano anterior”. Los Lupercalia, por su gran popularidad y por haber perdido su carácter religioso, conservando sólo el de diversión pública, se defendieron durante mucho tiempo contra el cristianismo. No fueron suprimidas hasta el año 494, en que las condenó oficialmente el Papa Gelasio. La única manera de olvidarlas, aún en plena época cristiana, fue sustituyéndolas por la fiesta de la Purificación de la Virgen María y su procesión de las Candelas”[1] Sin embargo antes de la popularización de la Devoción a la Virgen María, (hacia el siglo XI) fueron los Santos mártires, representados en San Antón, San Sebastián, San Blas, San Fabián, Santa Águeda....los que fueron tomando valor, los santos llamados apotropaicos (los que libran de los males).

A pesar de la prohibición del Papa Gelasio, el ritual pagano se mezcló con el religioso, en el que se ve la lucha entre las fieras infernales con los Santos Mártires y el triunfo de éstos sobre aquéllas. Recordemos en Extremadura, por ejemplo, las Carantoñas de Acehuche, el Jarramplas de Piornal, los Ramos de los Santos Mártires de la zona norte, las danzas del cordón...

Tomando como base, el calendario litúrgico cristiano, una vez terminadas las celebraciones de Navidad y la Epifanía de Reyes, y siguiendo el tiempo ordinario dentro del ciclo litúrgico, hay un tiempo que se podría considerar popularmente de descanso después de los grandes festejos y “excesos” de la Navidad, se comienza a "salir de nuevo a la calle" con motivo de los preparativos y celebración de las festividades a los santos, como fiestas que podemos considerar de precarnaval.

En la Penillanura del Salor pervive especialmente el ritual cristiano, aunque queda alguna reminiscencia pagana como veremos. Podemos considerar el precarnaval a partir del día 17 de enero, festividad de San Antón, siguiendo con el ofretorio de San Sebastián, el 20 de enero y la celebración de San Blas, San Blasino y  las Candelas, el 2 de febrero


San Antón: Bendición de los animales. La “guarrina” en Torreorgaz.

San Antón es el santo defensor de los animales, y en Torreorgaz se celebra siempre con la bendición de los animales por parte del párroco, después de que se les había dado tres vueltas alrededor de la iglesia.

El ritual cristiano, coincidía con otro ritual pagano, quizá relacionado con el sacrificio de la cerda en honor de Ceres, en pos de buenos augurios para el ganado y la tierra fértil. Hasta hace unos cuarenta años consistía el ritual de “la guarrina”, en que al anochecer del día de San Antón se hacía la representación de la quema de una cerda recién nacida, simbolizada en una piedra de dos cuartas de larga, a la que se hacía el simulacro de quemarla viva con taramas y escobas.

Una vez que acababa la simulación de la cremación, se la cogía en brazos y se la llevaba corriendo como protegida entre unas y otras y jimplando como plañideras, gritaban ¡ay mi guarrina, ay mi guarrina¡ hasta que llegaban a un pozo en la calle Horno..., a donde se arrojaba.

Este pozo ha sido cegado porque dicen que no se utilizaba, sin embargo, quizá mucho nos podía haber desvelado este horno, sabiendo a qué época pertenecía.


El ofretorio[2] de San Sebastián en Torrequemada

San Sebastián era el Santo militar, considerado en el ambiente popular como el primer soldado. El 20 de enero, al igual que en otras zonas, se prepara al Santo, subiéndolo en sus andas, con la rama de un naranjo detrás. Se traslada por la mañana de su ermita a la iglesia de San Esteban. Por la tarde se inicia el cortejo desde la Iglesia, seguido por las tableras, que van vestidas de aldeanas y sobre “rodillas” en las cabezas se colocan los tableros vestidos con las ofrendas sobre ellos, consistentes en dulces y panes. Además de en los tableros se llevan cestos con las restantes ofrendas. A la llegada de la ermita se inicia el Ofertorio, con la puja de los dulces.

En la actualidad además se hacen magdalenas y otras tartas para subastarlas y/o venderlas.

Únicamente se recuerdan dos canciones a San Sebastián, las dos con la misma letra y una de ellas con música de recambio con la de San Antonio y los pajaritos, pero que ya no se canta, la recuerdan personas mayores de 80 años.

SAN SEBASTIÁN VALEROSO (1ª versión)

Cantaron: Catalina y Francisca Pulido (92 y 89 años) Torrequemada

SAN SEBASTIÁN VALEROSO (2ª versión)

Tras la procesión se hacía misa y después el ofretorio, en donde se subastaban los dulces. Para terminar  se hacía baile a la puerta de la ermita. La gente recuerda siempre la Jota del Palancar como la más característica:

JOTA DEL PALANCAR.

No había coreografía fijada, se bailaba libremente.


La Virgen de las Candelas”o la Virgen de la Candelaria en todos los pueblos. Pervivencia en Torreorgaz.

Antiguamente se hacía misa y procesión en todos los pueblos, pero donde pervive es en Torreorgaz. El 1 de febrero por la mañana se saca en procesión a la Virgen y se la da tres vueltas alrededor de la iglesia. La procesión salía por la puerta de atrás y volvía a entrar por la lateral. Al igual que en otros pueblos de la zona, así como en el resto de España e, incluso en algunos lugares de Latinoamérica, la Virgen llevaba una vela encendida y, en la creencia del pueblo está el que si la vela continuaba encendida al entrar la Virgen sería un año de bienes, en caso contrario el año sería de malas cosechas. Cuando la Virgen se acerca al altar, se sueltan dos palomas.

En la zona de las Torres cuando la Virgen entra en la Iglesia todos miran la vela, la candela, y si al entrar no se apagaba la significa que comienza el buen tiempo, pero si se apaga aún no se ha terminado el invierno.

Dice Mª Jesús Rodríguez de Torreorgaz esta antigua frase:

Si la candelora chora ya va el invierno fora,
 pero si se da en reír está el invierno por venir

También nos recuerda Mª Jesús como las madres antiguamente decían que había que ir a misa antes de los cuarenta días de haber tenido un hijo, porque “¡no os vayáis a igualar a la Virgen!”

Ya desde Navidad se iba preparando esta celebración cantando esta canción:

Cantada en Torreorgaz.

Esta noche nace el niño
el día del año se bautiza
y el día de las Candelas
sale con su madre a misa

La Virgen cuando va a misa
no le ofrece dos corderos
que le ofrece dos palomas
según dice el evangelio


Los tableros y el Ofretorio de San Blas. San Blasino (los tiznotes) en Torreorgaz.

“Las gargantas a San Blas Bendito” dicen con fervor las mujeres de Torreorgaz el 2 de febrero.

            San Blas fue y sigue siendo en todo el mundo cristiano  el sanador de las enfermedades de garganta, de hecho es el patrón de los médicos otorrinolaringólogos.  Por la mañana se saca al Santo en procesión. Por la tarde se celebra el ofretorio parte de casa de la mayordoma que se elige cada año, en la misa mayor del día 1 de enero, desde allí van a la plaza de la Iglesia, en donde se venden los bollos de San Blas que han hecho y llevado las tableras (que se ofrecen voluntarias cada año). Una vez terminado suben todas juntas con la música hasta las tres cruces y allí dan la vuelta y se recogen otra vez desde la casa de la mayordoma.

Al día siguiente se celebra San Blasino, como una continuación del día anterior pero ya más como fiesta profana, en la que los jóvenes salen por las calles con corchos quemados y se embadurnan las caras unos a otros. Se puede considerar

 
NOTAS A PIE DE PÁGINA

[1] Jorge Guillén: Urbs Roma: Vida y costumbre de los romanos, III.: Religión y Ejército, Ediciones Sígueme, Salamanca, 1985, pp. 197-205.

[2] Le llamamos ofertorio, porque la gente en estos pueblos lo llama así, y dicen que el “Ofertorio es el de la misa”, pero que éstos son OFRETORIOS.


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